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56 MACEDONIA; SU MONARQUIA
mientras que la masa del pueblo se mantenía, al parecer, al margen de ellas y
las contemplaba con indiferencia.
Ya el rey Arquelao había tenido que afrontar la sublevación armada del
príncipe de los lincestios Arrabaio en combinación con Sirras de Elimiotis, tal vez
bajo el pretexto de vengar la eliminación del legítimo heredero al trono, tal vez a
favor de Amintas, hijo de Arridaio y nieto de aquel otro Amintas desplazado por
Pérdicas a pesar de que tenía mejores títulos que él para ceñir la corona. Arque
lao apaciguó a los sublevados casando a su hija mayor con Sirras de Elimiotis y
a la menor con Amintas. Después de esto, perdió la vida en una expedición de
caza, casualmente al parecer. Le sucedió en el trono su hijo menor de edad
Orestes, bajo la tutela de Eropo, pero el tutor asesinó a su pupilo para conver
tirse él mismo en rey. Eropo era, sin duda, hijo de aquel Arrabaio del linaje de
príncipes de los lincestos asentado en la frontera con Iliria, que tantas veces ayu
daran a sus antepasados a luchar contra los reyes de Macedonia; la obra desarro
llada por Eropo y por sus hijos y nietos a lo largo de los siguientes sesenta años
los caracteriza como tenaces y constantes adversarios de las nuevas tendencias
monárquicas de la casa real y partidarios acérrimos de las antiguas tradiciones de
descentralización. Las nuevas sublevaciones y cambios de monarcas que se su
ceden sin cesar son la mejor prueba de la batalla interna entre el linaje regio y
las tendencias particularistas.
Eropo supo mantenerse en el trono; pero al morir él en el año 392 se adueñó
del poder Amintas el joven; éste fué asesinado por Derdas en e] 391, pasando a
ceñir la corona Pausanias, el hijo de Eropo, desplazado, a su vez, por aquel
Amintas a que nos referíamos hace poco, el hijo de Arridaio (390-369); con él
subía de nuevo al trono la línea más antigua de la familia real.
Los años del reinado de este Amintas fueron años caóticos, que convirtieron
a la destrozada Macedonia en blanco fácil para cualquier asalto de fuera. Los
ilirios, llamados tal vez por los lincestios, irrumpieron en el país y lo devastaron,
derrotaron al ejército del rey y obligaron a éste a fugarse, cruzando la frontera.
Ocupó el trono durante dos años Argaio, del que no sabríamos decir si era un
miembro de la familia real, un hermano de Pausanias, o un lincestio. Al cabo
de ese tiempo volvió a presentarse Amintas, sostenido por los tesalienses, y re
conquistó el reino, que encontró en un estado de miseria y postración; las ciu
dades y las comarcas de la costa hallábanse en poder de los olintios, y hasta
Pella cerró sus puertas al rey. Es posible que su matrimonio con Eurídice, em
parentada con los dos linajes de príncipes, el de Elimais y el de Lincestis, respon
diese al deseo de lograr, por fin, una reconciliación.
Vinieron luego las repercusiones de la paz de Antálcidas, la marcha de los
espartanos contra Olinto; Amintas se unió a la expedición y también Derdas, el
príncipe de Elimiotis, se sumó a ella con 400 hombres de a caballo. Pero la cosa
no era tan fácil; Derdas cayó prisionero. Y cuando, por fin, Olinto se dió por
vencida (año 380), se levantó Tebas y siguieron las derrotas sufridas por Es
parta en Naxos y Leuctra; Olinto, animado por estos éxitos, renovó la liga calcí-