Page 64 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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56                  MACEDONIA;  SU  MONARQUIA

      mientras  que  la  masa  del  pueblo  se  mantenía,  al  parecer,  al  margen  de  ellas  y
      las  contemplaba  con  indiferencia.
          Ya  el  rey  Arquelao  había  tenido  que  afrontar  la  sublevación  armada  del
      príncipe de los lincestios Arrabaio  en combinación con  Sirras  de  Elimiotis,  tal  vez
      bajo el pretexto  de vengar la  eliminación  del legítimo  heredero  al  trono,  tal  vez  a
      favor de Amintas,  hijo  de Arridaio  y  nieto  de  aquel  otro  Amintas  desplazado  por
      Pérdicas a  pesar  de  que  tenía  mejores  títulos  que  él  para  ceñir  la  corona.  Arque­
      lao  apaciguó  a  los  sublevados  casando  a  su  hija  mayor  con  Sirras  de  Elimiotis  y
      a  la  menor  con Amintas.  Después  de  esto,  perdió  la  vida  en  una  expedición  de
      caza,  casualmente  al  parecer.  Le  sucedió  en  el  trono  su  hijo  menor  de  edad
      Orestes,  bajo  la  tutela  de  Eropo,  pero  el  tutor  asesinó  a  su  pupilo  para  conver­
       tirse  él  mismo  en  rey.  Eropo  era,  sin  duda,  hijo  de  aquel  Arrabaio  del  linaje  de
      príncipes de los lincestos  asentado  en la  frontera  con  Iliria,  que  tantas  veces  ayu­
      daran a  sus  antepasados  a  luchar  contra  los  reyes  de  Macedonia;  la  obra  desarro­
      llada  por  Eropo  y  por  sus  hijos  y  nietos  a  lo  largo  de  los  siguientes  sesenta  años
      los  caracteriza  como  tenaces  y  constantes  adversarios  de  las  nuevas  tendencias
       monárquicas  de la  casa  real  y  partidarios  acérrimos  de  las  antiguas  tradiciones  de
       descentralización.  Las  nuevas  sublevaciones  y  cambios  de  monarcas  que  se  su­
       ceden  sin  cesar  son  la  mejor  prueba  de  la  batalla  interna  entre  el  linaje  regio  y
       las  tendencias  particularistas.
           Eropo supo mantenerse en el trono;  pero al morir él en el año  392  se adueñó
       del poder Amintas  el  joven;  éste  fué  asesinado  por  Derdas  en  e]  391,  pasando  a
       ceñir  la  corona  Pausanias,  el  hijo  de  Eropo,  desplazado,  a  su  vez,  por  aquel
       Amintas  a  que  nos  referíamos  hace  poco,  el  hijo  de  Arridaio  (390-369);  con  él
       subía  de  nuevo  al  trono  la  línea  más  antigua  de  la  familia  real.
           Los  años del reinado  de  este  Amintas  fueron años  caóticos,  que  convirtieron
       a  la  destrozada  Macedonia  en  blanco  fácil  para  cualquier  asalto  de  fuera.  Los
       ilirios,  llamados  tal  vez por los  lincestios,  irrumpieron  en  el  país  y lo  devastaron,
       derrotaron  al  ejército  del  rey  y  obligaron  a  éste  a  fugarse,  cruzando  la  frontera.
       Ocupó  el  trono  durante  dos  años  Argaio,  del  que  no  sabríamos  decir  si  era  un
       miembro  de  la  familia  real,  un  hermano  de  Pausanias,  o  un  lincestio.  Al  cabo
       de  ese  tiempo  volvió  a  presentarse  Amintas,  sostenido  por  los  tesalienses,  y  re­
       conquistó  el  reino,  que  encontró  en  un  estado  de  miseria  y  postración;  las  ciu­
       dades  y  las  comarcas  de  la  costa  hallábanse  en  poder  de  los  olintios,  y  hasta
       Pella  cerró  sus  puertas  al  rey.  Es  posible  que  su  matrimonio  con  Eurídice,  em­
       parentada  con los  dos linajes de príncipes,  el  de  Elimais y el  de  Lincestis,  respon­
       diese  al  deseo  de  lograr,  por  fin,  una  reconciliación.
           Vinieron  luego  las  repercusiones  de  la  paz  de  Antálcidas,  la  marcha  de  los
       espartanos  contra  Olinto;  Amintas  se  unió  a  la  expedición  y  también  Derdas,  el
       príncipe de Elimiotis,  se sumó a  ella con 400  hombres  de a  caballo.  Pero  la  cosa
       no  era  tan  fácil;  Derdas  cayó  prisionero.  Y  cuando,  por  fin,  Olinto  se  dió  por
       vencida  (año  380),  se  levantó  Tebas  y  siguieron  las  derrotas  sufridas  por  Es­
       parta  en  Naxos  y Leuctra;  Olinto,  animado  por  estos  éxitos,  renovó  la  liga  calcí-
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