Page 65 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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MACEDONIA;  SU  MONARQUIA                   57

       dica;  Jasón  de  Feres  unificó  las  fuerzas  de  Tesalia  y  obligó  a  entrar  en  su  liga  a
       Alcetas  de  Epiro  y  a  Amintas  III;  ya  en  el  umbral  de  grandes  victorias,  cayó
       asesinado  (año  370).  El  débil  Amintas  no  habría  sido  capaz  de  sustraerse  a  su
       soberanía.  Murió  poco  después  de  esto  y  subió  al  trono  de  Macedonia  el  mayor
       de  sus  tres  hijos,  Alejandro  II,  a  quien  su  madre,  la  princesa  de  Elimiotis,  pre­
       paró  un  trágico  fin.  Hacía  ya  mucho  tiempo  que  ésta  vivía  en  secreto  concubi­
       nato  con  Tolemao,  el  marido  de  su  hija,  hombre  de  desconocido  linaje;  fué  ella
       la  que  le  persuadió  para  que  se  levantase  en  armas  contra  Alejandro  en  los  mo­
       mentos  en  que,  llamado  en  su  socorro  por  los  tesalienses,  luchaba-  con  buena
       fortuna;  Tolemao  hízose  fuerte  contra  los  heimélidas;  en  seguida,  se  mezcló  en
       la lucha  Tebas,  pues  había  que  paralizar  a  Macedonia  antes  de  que  lograse  nue­
       vos  éxitos  en  Tesalia;  Pelópidas  estableció  una  transacción  por  virtud  de  la  cual
       Alejandro entregó  como  rehenes  a  treinta  jóvenes  de  la  nobleza,  concediéndose  a
       Tolemao,  a  lo  que  parece,  un pequeño  principado,  del  que  formaba  parte  la  ciu­
       dad  de  Aloro,  que  le  daba  nombre.  Este  arreglo  no  debió  de  tener  otra  fina­
       lidad  que  la  de  perder  al  rey,  pues  fué  asesinado  durante  un  solemne  baile:  la
       madre  dió  su  mano  al  asesino  y,  con  ello,  a  título  de  tutor  de  sus  dos  hijos  me­
       nores  Pérdicas y Filipo,  el  trono  (368-365).  Pausanias  —“el  de  la  familia  real”,
       pero  sin  que  sepamos  de  cuál  de las  líneas  de  ella  descendía—  se  sublevó  contra
       el  usurpador,  llamado  de  la  Calcídica,  donde  se  encontraba,  y  apoyado  por  mu­
       chos  macedonios.  Su  causa  hizo  rápidos  progresos.  Eurídice  huyó  con  sus  dos
       hijos;  fué  a  refugiarse  con  ellos  cerca  de  Ifícrates,  quien  se  hallaba,  no  lejos  de
       allí,  al  frente  de  las  tropas  enviadas  por  Atenas  y  que  aplastó  la  sublevación.
       Pero  no  por  ello  se  consolidó  la  situación  de  Tolemao;  el  asesinato  de  Alejandro
       había sido  una violación del tratado  con Tebas;  los  amigos  del  rey  asesinado  ape­
       laron  a  Pelópidas,  el  cual  acudió  con  un  ejército  rápidamente  reclutado;  pero  el
       oro de Telemao  quebrantó  su  energía;  el  general  tebano  se  contentó  con  celebrar
       un nuevo  tratado  con  él,  entregando  aquél,  en  prenda  de  su  lealtad,  50  hetairos
       y a  su  hijo  Filoxeno;  es  posible  que  el  traslado  de  Filipo  a  Tebas  guardase  tam­
       bién  alguna  relación  con  estos  hechos.
           Pero Pérdicas III, cuando tuvo edad para ello, vengó el asesinato de  su padre
       con  la  muerte  del  usurpador.  Para  sustraerse  a  la  influencia  de  Tebas,  abrazó
       el partido  de Atenas  y,  al  lado  de  Timoteo,  luchó  con  gloria  contra  los  olintios.
       Poco tiempo  después,  irrumpieron sobre las  fronteras  del  reino  los  ilirios,  en  con­
       nivencia tal vez con los lincestios; al principio,  el rey luchó victoriosamente contra
       ellos,  pero  en  una  gran  batalla  encontró  la  muerte  con  4,000  de  sus  hombres.
       Les  ilirios,  triunfantes,  devastaron  gran  parte  del  país,  mientras  que  el  norte  de
       Macedonia  se  veía  invadido  por  los  peonios.
           En  estas  condiciones,  asumió  Filipo  el  poder  en  el  año  359,  en  un  princi­
       pio  como  tutor  de  Aminta,  hijo  menor  de  edad  de  Pérdicas.  Encontrábase  ya
       en el país, probablemente  desde los últimos  días  del  reinado  de  Tolemao;  por vir­
       tud de una transacción que se  dice fué aconsejada  a  Pérdicas por Platón,  le  había
       sido  concedido  un  pequeño  principado,  y  las  tropas  con  que  contaba  dentro
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