Page 82 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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74                 PRIMERA  EXPEDICION  A  GRECIA

       espaldas  de las  tropas  tesalienses  que  guarnecían  los  desfiladeros.  De  este  modo,
       sin  desenvainar  la  espada,  se  hizo  dueño  del  país  al  que  quería  atraerse  sin
       someterlo  por  la  fuerza,  pues  sabía  que  necesitaría  de  los  excelentes  jinetes  de
       Tesalia  para la guerra  contra los  persas y quería  estar seguro  de  su  lealtad.  Invitó
       a  los mobles  tesalienses  a  una  asamblea;  les  habló  y  les  recordó  que  ellos  y  él
       descendían del linaje de Aquiles;  trajo también a su memoria lo mucho que debían
       a  su  padre,  quien  había  liberado  al  país  del  yugo  del  sangriento  tirano  de  Feres
       y  que,  por  medio  de  la  restauración  de  la  antiquísima  tetrarquía  de  Aleva  lo
       había  asegurado  para  siempre  contra  las  sublevaciones  y  las  tiranías;  lo  único
       que  exigía  de  ellos  era  lo  que  voluntariamente  habían  concedido  a  su  padre  y  el
       reconocimiento  de  la  hegemonía  sobre  la  Hélade  proclamada  a  su  favor  en  la
       liga  helénica;  prometió  que,  al  igual  que  su  padre,  dejaría  y  protegería  a  las
       distintas  familias  y  regiones  del país  en  el  goce  de  sus  derechos  y  libertades,  que,
       eh  las  guerras  contra  los  persas,  concedería  a  sus  jinetes  plena  participación  en
       el  botín y  que honraría  con la exención  de  impuestos  a  la  ciudad  de  Pitia,  patria
       de  su  ascendiente  común  Aquiles.  Los  tesalienses  apresuráronse  a  aceptar  tan
       favorables  y  honrosas  condiciones,  confirmaron  a  Alejandro,  por  acuerdo  unáni­
       me,  en  los  derechos  de  su  padre  y  le  prometieron  que,  en  caso  necesario,  le
       acompañarían  en  su  expedición  a  la  Hélade  para  reprimir  los  disturbios  provoca­
       dos  contra  él.  Y  lo  mismo  que  de  los  tesalienses  consiguió,  por  idénticos  proce­
       dimientos,  de  los  enianos,  los  malios  y  los  dolopios,  tribus  que  tenían  voto  en
       el  consejo  de la  anfictionía  y  con  ayuda  de  las  cuales  encontraba  libre  el  camino
       de  las  Termópilas.
           La  toma  y  el  apaciguamiento  de  Tesalia  fueron  tan  rápidos  que  no  dieron
       a  los  estados  helénicos  tiempo  para  guarnecer  los  desfiladeros  más  importantes
       del  macizo  montañoso  del  Oite.  No  entraba  en  los  designios  de  Alejandro  dar
       pábulo  e  importancia  por  medio  de  medidas  violentas  a  un  movimiento  que  le
       convenía  hacer  aparecer,  dentro  de  lo  posible,  como  la  obra  desatentada  de  un
       partido.  Los  helenos,  aterrorizados  ante  la  proximidad  del  ejército  macedonio,
       apresuráronse a  asumir la  apariencia  de  una  profunda  paz.  Y  como  las  condicio­
       nes  creadas  en  otro  tiempo  por  Filipo  subsistían  aún,  Alejandro  convocó  a  los
       anfictiones  en  las  Termópilas  y  exigió  y  obtuvo  de  ellos,  por  acuerdo  unánime,
       el  reconocimiento  de  su  hegemonía.  Y,  animado  por  el  mismo  propósito,  con­
       firmó a los ambraciotas la autonomía  proclamada por ellos  al  expulsar de  su  suelo
       a  la  guarnición  macedonia:  él  mismo,  les  dijo,  tenía  la  intención  de  habérsela
       concedido y al implantarla por sí y ante sí  no habían  hecho  otra  cosa  que  adelan­
       tarse a  sus deseos.
           Ya los  tesalienses  y el  consejo  de  los  anfictriones  habían  reconocido  la  hege­
       monía  de  Alejandro,  pero  ni  Tebas  ni  Atenas  ni  Esparta  habían  enviado  sus
       representantes  a  la  reunión  de  las  Termópilas.  No  estaba  descartada  todavía  la
       posibilidad  de  que  los  tebanos  se  pusieran  en  pie  contra  los  macedonios;  podían
       contar,  para  ello,  con  el  asentimiento  de  muchos  estados  y  tal  vez  incluso  con
       su  apoyo.  Es  cierto  que  no  se  hallaban  preparados  para  guerrear;  Esparte  no
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