Page 141 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  I

           Curión, deplora en una asamblea pública el haber  sido des­
          amparado y traicionado por Cneo  Pompeyo,15  quien había
          desencadenado  una  guerra  innecesaria,  sin  atender  para
          nada a sus minuciosos preparativos, y sí habiendo afirmado,
          al  ser  requerido  sobre  ello  en  el  senado  por  el  propio
          Catón  y por otros, que  a  su  parecer  todo  estaba dispuesto
          y  preparado  para  la  lucha.16  Después  de  quejarse  de
          esto  en  una  reunión  cívica,  huye  de  la  Sicilia. 17


             XXXI.          1  Habiendo encontrado vacantes  de gobierno
          Valerio  la  Cerdeña  y  Curión  la  Sicilia,  penetran  en  ellas
          con  sendos  ejércitos.          2  Tuberón,1  al  llegar al  África,
          encuentra  en  dicha  provincia,  con  el  poder  en  sus  manos
          a  Attio  Varo  quien,  habiendo  perdido  en  Auximo,  según
           lo  hemos declarado anteriormente, 2  sus  cohortes,  después
           de  su  fuga  había  ido  a  dar  directamente  al  África  de  su
          propio  arbitrio,  la había ocupado  al  encontrarla  sin  auto­
           ridades  y había organizado en  ella,  mediante una leva,  dos
           legiones,  siéndole  fácil  el  realizar  todo  aquello  gracias  al
           conocimiento de  la  gente y de la  comarca y a  su experien­
           cia  de aquella provincia,  pues  se  le  había adjudicado,  des­
           pués  de la  pretura,  pocos  años  antes.            3  Cuando Tube­
           rón  llega a  Utica 3  con  su  flota,  Varo  le  cierra el puerto
           y  la  ciudad,  y ni  siquiera permite que  el hijo  de  aquél,  a-
           quejado  de  enfermedad,  sea puesto  en  tierra,  sino  que  lo
           constriñe  a  salir,  levadas  anclas,  de la  plaza  en  cuestión.4

              XXXII.          1  Dispuestas  las medidas susodichas,  César,
           para  dar una tregua a  la  faena  de sus  soldados,  los  instala
           el tiempo  sobrante  en los  municipios  inmediatos;  en  cuan­
           to  a  él mismo, marcha  hacia  la  capital.1             2  Ante  el  se­
           nado  en  pleno,2  evoca  las  injusticias  de  sus  enemigos;
           demuestra que él no ha aspirado a ningún  cargo extraordi­
           nario  sino  que,  después  de  esperar  el  tiempo  legal  para
           ser  candidato al consulado,  se había  contentado  con lo que
           estaba  al  alcance  de  todos  los  ciudadanos.             3  Habiendo
           sido  propuesto por  los diez tribunos 3 de la  plebe —contra
           el  rechazo  de  sus  adversarios  y,  sobre  todo,  contra  la


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