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GUERRA  CIVIL  I


           ubicar en un mismo sitio a quienes permaneciesen en Roma
           y a quienes integrasen el campamento de César. 2                    3  Así,

           arrastran  tres  días  enteros  en  discusiones  y  excusas.  Se
           manipula,  inclusive,  al  tribuno  de  la  plebe  Lucio  Mete-
           lo3  para  que  entorpezca  esta  proposición  y  obstaculice
           cualesquier otras  que  se pretenda promover.                  4  De cuya
           maquinación  enterado,  César,  después  de  transcurridos
           algunos  días  en  vano,  para  no  perder  ya  más  el  tiempo
           que  le  resta,  sin  realizar  lo  que  había  pretendido,  sale
           de  la  capital  y se  dirige  a  la  Galia  Ulterior.4


              XXXIV.           1  En  cuanto  allí  llega,  se  entera  de  que
           ha  sido  enviado  a  Hispania  por  Pompeyo,  Vibulio  Rufo
           a  quien,  capturado  días  antes  en  Corfinio,  él  mismo,
           César,  había  dejado  en libertad;  1           2  Y también de  que
           Domicio  se  encaminaba  a  ocupar  Masilia2  con  siete  em­
           barcaciones  ligeras  que,  confiscadas  a  particulares  en
           Igilio y  en el  territorio Cossano, había  henchido  de  escla­
           vos,  de  libertos  y  de  agricultores  de  la  región;  3             3  y
           también  de  que  habían  sido  enviados  previamente  a  su
           patria  ciertos  jóvenes  masilienses,  a  quienes  Pompeyo,  al
           dejar  la  capital,  había  exhortado  a  que no  desechasen  de
           su  recuerdo  sus  antiguos  beneficios  a  causa  de  recientes
           favores  de  César.4           4  Cuyas  consignas  aceptadas,  los
           masilienses habían cerrado a César las puertas de su ciudad;
           habían  convocado  a  su  recinto  a los  álbicos, 5  hordas  bár­
           baras  que se  hallaban  bajo  su  dependencia desde  muy  re­
           motos  tiempos;          5  habían  acopiado  en  su  ciudad  trigo
           de  las  más  apartadas  legiones  a  parte  del  de  todos  sus
           graneros;  habían montado  talleres  de armas  dentro  de  su
           localidad,  y reparaban  sus muros,  sus  puertas y  su  flota. 6


              XXXV.          1  César hace comparecer ante sí,  desde  Ma­
           silia,  a sus quince  proceres.1  Negocia con ellos que la ini­
           ciativa  de desatar  una  guerra no  parta de  los  masilienses;
           les  hace ver que  deben  ellos  seguir  a  la  autoridad  de  toda
           la  Italia antes que obedecer a  la voluntad  de una  sola  per-


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