Page 17 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


           ciones,  siempre  se  manifiesta  dispuesto  a  contrarrestar  la
           presión del  descontento popular mediante concesiones  apa­
           ratosas  que,  sin  menoscabar  medularmente  la  preponde­
           rancia  de  la  clase que  gobierna,  son  meros  paliativos  que

           a lo sumo alivian  por  el  momento  y dejan  para más  tarde,
           pero  sin  dirimirla  definitivamente,  la  solución  de  los  pro­

           blemas  a  que  se  aplican.
              De  modo  que  mientras  el  descontento,  las  protestas  y
           las  exigencias  de  los  pueblos  se  ciñen  a  la  medida  de  lo

           razonable,  de  lo  legítimo,  de  lo  permitido  y  de  lo  intras­
           cendente;  mientras los contingentes  de  la población  subor­
           dinada no  se  proponen  resueltamente  sacudir  el yugo  que

           los oprime,  poniendo  así  en  peligro  los  intereses  a  que  se
           hallan  sometidos  y  el  orden  estatal  que  los  representa;
           mientras en tales límites  se mantengan,  las reivindicaciones

           de la sociedad gobernada son, para el grupo clasista gober­
           nante,  perfectamente  lícitas,  legítimas  y  constitucionales;
           y  los  sumisos,  mientras  lo  sigan  siendo  y  queriendo  ser,

           pueden disfrutar a sus  anchas  de las garantías individuales
           que,  contra  la  arbitrariedad  del  poder público,  les concede
           como  prerrogativa  la  ley  fundamental.

              Pero  si la  sociedad  subordinada  decide  resolver,  de una
           buena  vez  por  todas,  la  problemática  en  que  se  debate,

           mediante la única forma verdaderamente  práctica  y  viable
           de  lograr  tal  propósito,  o  sea,  atacando  a  fondo  y  tra­
           tando  de  abolir  de  plano  la  hegemonía  estatal  y  guber­

           namental  de  la clase  preponderante en  el  poder,  ésta,  que
           nunca  estará  dispuesta,  naturalmente,  a  permitir  despojo
           semejante en  su detrimento y que, para impedirlo,  necesita

           asfixiarlo, por fuerza, en el despotismo, no tiene más reme­
           dio  que  recurrir,  en  el  trance,  a  la  ficción  constitucional



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