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GUERRA CIVIL II
son colocadas en los soportes, cubren el músculo con ladri
llo y argamasa, para que lograse aquél estar a salvo del
fuego que se podría lanzar desde la muralla.12 6 Sobre
los ladrillos echan cueros, para que el agua, arrojada por
canales,13 no pudiera aflojar los ladrillos. Igualmente, para
que el fuego y los pedruscos no estraguen a su vez los
cueros, éstos son cubiertos con mantas acolchadas.
7 Toda esta obra, construida bajo la protección de mante
letes, la concluyen junto a la torre anteriormente hecha y,
de improviso, sorprendiendo a los enemigos,14 mediante
una maniobra naval,15 colocándole debajo rodillos, la mo
vilizan hasta la torre del enemigo y la arriman a la muralla.
XI. 1 Ante esta contrariedad,1 los habitantes de la
plaza remueven, mediante palancas, los más grandes peñas
cos que pueden y, precipitándolos desde la muralla, los
arrojan sobre el músculo. La firmeza de la materia sopor
ta el golpe, y todo lo que cae resbala por la pendiente 2 de
la galería. 2 Cuando los sitiados se percatan de ello,
cambian de idea: prenden fuego a barriles repletos de
resina y pez 8 y los despeñan desde la muralla hasta el
músculo; resbalan, oscilan y ya caídos a ambos flancos,
son separados por los nuestros mediante perchas y hor
quetas. 4 3 Entre tanto, por debajo del músculo, los
soldados socavan con barretas los bloques más bajos de la
torre del enemigo, en los cuales descansaban los cimien
tos. 5 El músculo es defendido desde la torre de tabiques
por los nuestros, mediante dardos y proyectiles de artille
ría;6 los enemigos se ven obligados a retirarse de su mura
lla y de sus torres; no se les da oportunidad de defender
libremente su baluarte. 7 4 Removidas ya muchas pie-
dras de las que yacían debajo de su torre, se produce la
ruina repentina de una parte de dicha construcción, mien
tras la otra parte ya se inclinaba en seguida,8 cuando
los enemigos, despavoridos ante el eventual saqueo 9 de su
ciudad, salen todos inermes fuera de las puertas y, tocados
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