Page 229 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  II


           son colocadas en los  soportes, cubren el músculo  con ladri­
           llo  y  argamasa,  para  que  lograse  aquél  estar  a  salvo  del
           fuego que se podría lanzar desde la  muralla.12                   6  Sobre
           los  ladrillos  echan  cueros,  para  que  el  agua,  arrojada  por
           canales,13 no pudiera aflojar los ladrillos. Igualmente, para
           que  el  fuego  y  los  pedruscos  no  estraguen  a  su  vez  los
           cueros,  éstos  son  cubiertos  con  mantas  acolchadas.
           7  Toda esta obra,  construida bajo la protección  de mante­
           letes, la concluyen junto  a la  torre anteriormente hecha  y,
           de  improviso,  sorprendiendo  a  los  enemigos,14  mediante
           una maniobra  naval,15  colocándole  debajo  rodillos,  la mo­
           vilizan hasta la torre del enemigo y la arriman a la muralla.



              XI.          1  Ante  esta  contrariedad,1  los  habitantes  de  la
           plaza remueven, mediante palancas, los más grandes peñas­
           cos  que  pueden  y,  precipitándolos  desde  la  muralla,  los
           arrojan  sobre  el  músculo.  La  firmeza de la materia sopor­

            ta el golpe, y  todo  lo  que  cae  resbala por la  pendiente 2 de
            la  galería.     2  Cuando  los  sitiados  se  percatan  de  ello,
           cambian  de  idea:  prenden  fuego  a  barriles  repletos  de
            resina  y  pez 8  y  los  despeñan  desde  la  muralla  hasta  el
           músculo;  resbalan,  oscilan  y  ya  caídos  a  ambos  flancos,
            son  separados  por  los  nuestros  mediante  perchas  y  hor­
            quetas. 4      3  Entre  tanto,  por  debajo  del  músculo,  los
            soldados  socavan con barretas  los  bloques  más  bajos  de la
            torre  del  enemigo,  en  los  cuales  descansaban  los  cimien­
            tos. 5  El  músculo  es  defendido  desde  la  torre  de  tabiques
            por  los  nuestros,  mediante  dardos  y proyectiles de  artille­
            ría;6 los enemigos se ven obligados a retirarse de su mura­
            lla  y de  sus  torres;  no  se les  da oportunidad  de  defender
            libremente  su  baluarte. 7          4  Removidas  ya  muchas  pie-
            dras  de  las  que  yacían  debajo  de  su  torre,  se  produce  la
            ruina repentina  de  una  parte  de  dicha construcción,  mien­
            tras  la  otra  parte  ya  se  inclinaba  en  seguida,8  cuando
            los  enemigos,  despavoridos  ante  el eventual saqueo 9  de  su
            ciudad, salen  todos inermes  fuera  de las puertas  y, tocados



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