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GUERRA  CIVIL  II


              XXV.            1  Habiendo  reconocido  tal  sitio,  Curión  con­
           templa  el  campamento  de  Varo,  arrimado  a  la  muralla  y
           a  la  población,  hacia  la  puerta  que  se  llama  Bélica;  1  el
           campamento  estaba  absolutamente  protegido  por  la  natu­
           raleza  del      lugar,  de un  lado  por la  misma  muralla  de
           Utica,  del otro  por su teatro,2  que se  localiza antes  de  la
           ciudad y que por las enormes obras de sus cimientos, hacía
           la  entrada  al  cuartel  difícil  y  estrecha.3          2  Curión  ad­
           vierte, al  mismo tiempo,  que  se transportan y  se  conducen
           sobre  animales,  por  los  caminos  repletos,  las  cosas  que,
           por  el  pánico  de  una  alarma  súbita,  se  llevan  del  campo
           a  la  ciudad.      3  Hacia  allí  manda  a  su  caballería,  para
           que  realice  un  saqueo  y  tenga  la  oportunidad  de  obtener
           un  botín;  4  a  su  vez,  para  proteger  lo  trasportado,  son
           enviados,  desde  la plaza,  por  Varo,  seiscientos  jinetes nú-
           midas 5  y  cuatrocientos  infantes,  que  el  rey  Juba,6  para
           apoyar  a  los  pompeyanos,  había  enviado  poco  antes  a
           Utica.       4    Este  rey estaba  vinculado  con  Pompeyo  por
           la  amistad  que  éste había  tenido a              su  padre,7  y  con

           Curión  por  un  odio  encubierto,  pues  siendo  éste  tribuno
           de la plebe,  había promulgado  una ley que  incorporaba  al
           imperio el  reino  de Juba.8            5  Las  dos caballerías  se  en­
           frentaron  la una  a la  otra;  pero  los  númidas no  pudieron
            resistir  el  primer  ataque  de  los  nuestros,  pues,  dejando
           ciento  veinte  muertos,  los  demás  se  replegaron  hasta  el
            campamento  de  la  plaza  fuerte.9
               6     Entre  tanto,  a  la  llegada  de  sus  naves  de  guerra,10
            Curión  ordena  hacer  saber  a  los  barcos  de  carga  que
            fondeaban  en Utica  en número aproximado  de doscientos,
            que  se consideraría en  calidad de  enemigo a quien no  tras­
            ladase  cuanto  antes  sus  navios  al  Campo  Cornelio.
            7  Formulada  esta  intimación,  levando  anclas  al  punto,
            todos  los  barcos  mercantes  dejan  Utica  y  se  trasladan  a
            donde  se les  había  ordenado.  Tal  acontecimiento  colmó  de
            una  gran  cantidad  de  provisiones  al  ejército.11



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