Page 257 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  II


          las  recompensas  de  César  habían  cambiado,  por  su  reite­
          ración,  lo  que  ofrecían  de  bueno;  los  mismos  municipios
          también estaban juntos en los dos  partidos,  y  los  adversa­
          rios  procedían  también  de  marsos  y  pelignos;  3  la  noche
          anterior,  en  las  tiendas,  algunos  compañeros  aprobaban
          pesimistamente,  las  dudas  que  sus  camaradas  insinuaban
          en  sus charlas  más sombrías.  Otras  versiones  eran  inven­
          tadas  por  aquellos  que  pretendían  parecer  más  sagaces.


             XXX.         1  Por cuyos motivos, habiendo sido convocada
          una junta de estado mayor,1  Curión abre una deliberación
          general sobre  las circunstancias.             2  Surgieron  opiniones·
          que  se pronunciaban por tratar, de todas las maneras posi­
          bles,  de atacar  el  campamento  de Varo, pues consideraban
          que  el  ocio  resultaba  funesto  ante  esta  clase  de  especula­
           ciones  por  parte  de  los  soldados; 2  y,  en  fin,  agregaban
           que  era  preferible probar  fortuna mediante  el  valor  en  la
           lucha que padecer la  pena  máxima traicionados y cercados
           por sus propias tropas.           3  Había,  por otra parte, quienes
          juzgaban  que era  necesario retirarse  hacia  la tercera velar
           al  Campo  Cornelio,  para  que,  transcurriendo  una  pausa
           mayor de tiempo, los  designios  de los  soldados  mejoraran,
           además  de  que,  si  llegare  a  acontecer  algo  más  grave,
           merced  a  la  gran  cantidad  de  navios  que  allí  había,  con;
           más seguridad y facilidad  fuese posible el regreso a  Sicilia.


              XXXI.         1  Curión,  desaprobando  uno  y  otro  dicta­
           men, 1  decía  que  cuanto  faltaba  de  brío  a  la  primera  opi­
           nión,  sobraba  a  la  segunda:  2  los  unos  se  atenían  a  una
           propuesta  por  demás  indecorosa,  los  otros  consideraban
           que  se  debía  luchar aún  en  un  sitio  desfavorable.

              I
              2  Porque,3  en  efecto,  agregaba,  ¿ con  qué  esperanza
              podemos confiar en atacar un campamento tan bien pro­
              tegido  por la  técnica  y  la  naturaleza?4             3  O,  en  rea­
               lidad,  ¿qué  es  lo  que  ganamos  si,  sufriendo  un  gran
               descalabro,  tenemos  que  renunciar  al  asedio del cuarteT


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