Page 409 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


         había  mantenido  sus  posiciones,1  que  se  lanzara  al  com­
         bate.      2  Entonces,  al  reemplazar  a  los  fatigados  ele­
         mentos  frescos  e  intactos  y al  asaltarlos  éstos  por  detrás,
         los  pompeyanos  no  pudieron  afrontar  el  ataque  y  todos
         volvieron  las  espaldas.          3  Y  por  cierto  que  no  se  equi­
         vocó  César  al  considerar  que,  gracias  a  las  cohortes  que
         habían  sido  formadas  en  una  cuarta  fila  contra  la  caba­
         llería, habría  de aparecer  el comienzo de  la  victoria,  según
         él  mismo  lo  había  advertido  al  exhortar  a  sus  soldados.
         4  Por dichas cohortes, en efecto,  fue despedazada la caba­
         llería  enemiga,  por ellas  se  realizó  la  carnicería  de  los  ar­
         queros y honderos, por ellas fue envuelta la parte izquierda
         de  la  hueste  pompeyana  y  se  inició  la  fuga  de  los  adver­
         sarios.       5  Pero,  Pompeyo,  cuando  vio  destruida  su
         caballería  y  advirtió que  la  parte  de  su  ejército  en  la que
         más  confiara  estaba  aterrorizada,  desesperando  también
         de-las  demás,  dejó  su  ejército2  y  al  punto  se  encaminó
         a  caballo  hasta  su  campamento,  y  dijo  a  los  centuriones
         que  había  dejado  de  guardia  en  la  puerta  pretoria, 3  en
         voz  alta,  para  que  lo  escucharan  también  los  soldados:
         “Custodiad el campamento y defendedlo con ahínco,  si algo
         más  inexorable acontece.  Yo voy a  revisar las demás puer­
         tas 4  y a   reforzar  las  guarniciones  del  cuartel.”               6  Y,
         diciendo  esto,  se  encaminó  al  pretorio,5  desesperando
         del  final supremo  y  esperando,  sin  embargo,  su  desenlace.



             XCV.        1  César,  estimando  que  no  convenía  dar  tre­
         gua  alguna  a  los  despavoridos  pompeyanos,  arrinconados,
         en  su fuga,  dentro de  las palizadas,  exhortó a  sus  soldados
         para que aprovecharan  el  favor  de  la  fortuna y sitiaran  el
         campamento.           2  Ellos,  aunque  extenuados  por  el  gran
         calor  —pues  el  encuentro  se  había  prolongado  hasta  el
         medio día—, 1  no obstante,  preparados  en  arrojo,  a  cual­
         quier  trabajo,  obedecieron la  orden.               3  El  campamento
         era  defendido,  con  celo,  por  las  cohortes  que  habían  sido
         dejadas  en  él  dé guarnición, y  mucho más acérrimamente,
         por  cierto,  por  los  tracios 2  y  otros  auxiliares  bárbaros.



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