Page 413 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


            XCVII.          1  César,  apoderado  del  campamento  enemi­
         go,  exigió 1  a su  soldados  que no  dejaran,  para ocuparse
          del botín,  la urgencia  de proseguir con lo  que aún  faltaba
         por  concluir.        2  Lograda  esta  petición,  ordenó  circun­

         valar con obras adecuadas la montaña.  Los pompeyanos, en
         vista  de que su  monte  carecía de agua, desconfiando  de su
         posición y dejando su eminencia, comenzaron a retirarse a
          Larisa todos  ellos,  a través  de  la  cordillera. 2           3  Adver­
          tida  tal  circunstancia,  César  dividió  sus  fuerzas  y  mandó
          que  una  parte  de  sus  legiones  quedara en  el campamento
          de  Pompeyo y  a  la otra la concentró  en su propio  campo,
          mientras  él,  al  frente  de cuatro  legiones, y  por un  camino
          más accesible,  comenzó a cortar la retirada a los pompeya­
          nos,  y  adelantándose  seis  millas,8  ordenó  sus  tropas  en
          formación  de  batalla.           4  Advertido  lo  cual,  los  pom­
          peyanos  se  detuvieron  en  cierta  montaña,  bañada  al  pie
          por  un  río. 4  César  exhortó  a  sus  soldados  a  que,  aun­
          que hubieran  trabajado  en continuo esfuerzo  durante toda

          esa  jornada,5  y  aunque  ya  la  noche  sobrevenía,  no  obs­
          tante,  separaran,  con  una  fortificación,  el  monte  del  río,
          a  fin  de  que los  pompeyanos  no  pudieran  aprovisionarse
          de  agua  durante  la  noche.             5  Apenas  concluida  esta
          obra,  el  enemigo  comenzó,  por  medio  de  emisarios,  a
          tratar de la  rendición. Y unos cuanto miembros  de la clase
          senatorial,  que se habían  unido a  ellos,6  durante la noche,
          entregaron  su  salvación a la fuga.



             XCVIII.          1  Al  despuntar  el  alba,1  César  ordenó  a
          todos  los  que  se  habían  encaramado  al  monte  de  marras,
          bajar de sus alturas a la planicie y  allí  deponer  las armas.
          2  Lo  cual  hecho  sin  la  menor  objeción,  con  las  palmas
          extendidas2  y  echados  a  tierra,  llorando,  demandaron  a
          César la salvación  de  su vida;  él consolándolos, les  mandó
          levantarse,  y  después  de  decirles  algunas  cosas  sobre  su
          clemencia,3  a  fin  de  que su pánico  fuese  menor, les  dejó



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