Page 74 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


           madora  o  revolucionaria  como  dictador  perpetuo,  a  fin
           de  dar  conclusión  racional  a  este  prefacio.  En  cuanto  a
           las primeras,  no  serán  sino mencionadas, pues el  papel de

           esta  introducción  no  es  pormenorizarlas:  así,  la  guerra
           de  Alejandría,  después  de  un  serio  peligro  para  César,
           no  significó  un  gran  esfuerzo,  pues  en  el  año  de  47  le

           llegaron  refuerzos  y,  con  ellos,  derrotó  a Tolomeo  XIV  e
           impuso  en  el  trono a su  hermana  Cleopatra y a  su  herma­
           no  menor Tolomeo  XV.

              A  continuación,  César  se  enfrenta  a  los  pompeyanos
           subsistentes,  después  de  nueve  meses  de  inactividad  en
           Egipto.  El  enemigo  más  próximo  era  Farnaces,  hijo  de

           Mitrídates, quien  había ocupado Sínope,  capital  del  Ponto,
           y  a continuación  se  había apoderado de la  Armenia  Occi­
           dental  y  había  invadido  la Capadocia  y  después  la Bitinia.

           César,  en  una  campaña  de  cinco  días,  destruyó  y  derrotó
           a  Farnaces,  estableciendo  la  pacificación  del  Asia.

              Después  de  esta  rápida  victoria,  César  se  apresuró  a
           dirigirse  a  Roma,  a  donde  llegó  en  septiembre  del  47,  y
           en  donde  proveyó  al  remedio  de  la  depresión  que  había

           provocado  la  guerra  del  49.  En  el  Bellum  Civile  se  trata
           de  manera  muy  superficial  esta situación  y  los  desórdenes
           que  había provocado.  En 47, la  situación  se había  tornado

           más  tensa,  pues,  proclamado  César  dictador por  la  segun­
           da  vez,  no  se  podían  elegir  funcionarios  en  su  ausencia,
           y  Marco  Antonio  gobernaba  la  capital  en  su  carácter  de

           magister  equitum,  tratando  de  sofocar  la  agitación  con
           las  armas,  sin  lograr  establecer  una  calma  completa.

              Pero  las  fuerzas  de  los  republicanos  se  habían  concen­
           trado  en  África,  bajo  la  protección  del  rey  Juba:  allí  se
           encontraban,  después  de  Farsalia,  Petreyo y  Afranio,  Ce­




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