Page 75 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


           cilio Metelo Escipión —suegro de  Pompeyo—,  Tito Labie­
           no,  que había traicionado a César al principio de la  guerra

           civil, y  Cneo y  Sesto  Pompeyo, hijos de Pompeyo  Magno,
           además  de Catón el  Menor y muchos otros.  Por otra parte,
           César  debió enfrentarse  al  amotinamiento  de  su  ejército,
           acantonado  en  la  Campania,  que  había  llegado  hasta  la

           marcha en armas hacia Roma:  la  presencia de César aplacó
           a  los  descontentos,  sin  recurrir  a  la  fuerza.

              Afrontado  y  resuelto  este  peligro,  a  fines  de  47,  César
           desembarca en  África  con dos legiones,  las  que lo  coloca­
           ron  en una  situación  precaria  con  respecto  a  la  caballería

           de  Juba  y  de  Metelo,  hasta  que  los  refuerzos  correspon­
           dientes  llegaron a  Tapso,  al  oriente  del  África  del  Norte,
           en  agosto  de  46;  se  entabla  una  batalla;  la  infantería

           de  César  ataca  al  enemigo  mientras  éste  trata  de  fortifi­
           carse  en  su  campo.  Los  elefantes  de  los  pompeyanos,
           aterrorizados  por  los  proyectiles  cesarianos,  crearon  con­
           fusión  entre sus  propias filas. A  pesar  de  que  los  pompe­

           yanos  arrojaron las  armas  pidiendo  piedad, fueron  masa­
           crados  50 000  hombres,  con  cincuenta  pérdidas  de  vida

           de  la  parte  de  César.  Otro  ejército  cesariano  derrotó  a
           Juba  en la Numidia,  y  allí  perecieron muchos  prohombres
           pompeyanos,  entre  ellos  Catón,  que  se  mató  en  Utica,
           antes de verse preso y perdonado por César. El 28 de julio

           de  46,  César regresó a  Roma, donde  celebró un  cuádruple
           triunfo,  por  sus victorias  de  la  Galia,  Egipto,  el  Ponto  y
           la  Numidia.

              Sin  embargo,  aún  quedaban  focos  de  lucha:  los  pom­
           peyanos  supérstites  se  habían  refugiado  en  España,  en

           donde  esperaban  la última  batalla de César.  Después  de  la
           derrota de África,  los hijos  de  Pompeyo  se habían  apode-



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