Page 80 - Anónimo. - Leabhar Ghabhala - Libro de las invasiones [1988]
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habían llevado para ayudarles  en la torre, éstos  abrieron
        brecha en bloque cada palmo y cada lado, de esta forma
        el grupo atacante les sieuió el rastro hacia el castillo. Los

        poderosos hombres del castillo no soportaron permane­
        cer  allí,  debido  a  la fuerza y  el  veneno  de  los  malignos
        animales que se encontraban a su alrededor.
          61.  Conainn, con sus escuadrones de combate,  esca-
         ó rápidamente, y pensó que era innoble no atacar a las
       E
         uestes  cara a cara.  Puesto  que consideró más fácil pre­
       sentar batalla que esperar dentro del castillo a que las sal­
       vajes  bestias  venenosas  terminaran  con  ellos.  La  fuerza
       atacante  con  sus  perros  de  caza y  cerdos  venenosos  (  )
       abandona el castillo y los cerca. Dejan una guardia en él
       y se preparan para el combate.  Cada uno de ellos prepa­
       ran  sus  estrategias  guerreras  en  este  lago  y  en  ése.
         62.  Después  de  que  estuvieran  luchando  durante un
       rato,  esto  es  lo  que  sucedió:  Conainn  cayó  a manos  de
       Ferghus Redside, hijo de Neimhedh, en noble lucha. Los
       fomores  tuvieron  dos  valientes  guerreros,  Giolcas,  hijo
       de Faebhar, y Orcifanat; y los fomores se unieron a ellos
       después de perder a su líder.  Sus muestras de valor y su
       habilidad guerrera alcanzan gran altura, pero los Hijos de
       Neimhedh  recordaron  su  crueldad  y  su  hostilidad  con
       ellos hasta entonces. Por lo que Semeón, hijo de Starn, y
       Giolcas, hijo de Faebhar, fueron muertos, lo mismo que
       Iarbanel  y  Orcifánat.  Fue  el  final  de  ellos,  los  fomores
       fueron decapitados  a manos  de sus  guerreros, que suce­
       dió que fueron enfrentados con ellos.
          63.  La  batalla  al  final  se libró contra la  tribu  de los
       fomores,  los  cercaron y los  obligaron a rendirse, por lo
        ue  nadie  pudo  escapar.  Los  huestes  fueron  al  castillo
       3 espués, y cogieron sus tesoros,  oro, plata y todo lo de
       valor en general. Le prendieron fuego a los cuatro costa­
       dos, por lo que el humo no fue superior a las llamas. Sus
       mujeres, niños y niñas fueron quemados, por lo que nin­
       gún fugitivo pudo escapar.
         64.  Los Hijos de Neimhedh repartieron el botín del
       castillo  entre  los  nobles y  grandes  hombres  de los  grie­

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