Page 351 - Untitled
P. 351
niños no fueron imputados, y nosotros quedamos como
culpables. A la hora de ir al juzgado, sólo fuimos mi padre y
yo. Ni siquiera estaba mi hermano. Hace poco, me contó un
familiar que esto fue debido a que un payo rico y de influencia
en el pueblo, quién apreciaba a los gitanos, intervino y acordó
con las autoridades judiciales que sólo yo reconociera la
culpabilidad, y al tener tan sólo 5 años no me ocurriría nada.
Recuerdo aquel día. Entramos mi padre y yo al juzgado,
(recuerden que yo tenía 5 años), entramos y subimos unas
escaleras. El juzgado estaba en un primer piso, de la plaza
España, precisamente justo al lado de la pastelería en la que
me invitó mi maestra a pasteles, aunque esa invitación sería
años después de este incidente.
Cuando entramos al Juzgado, no sé si el que nos recibió
era el Juez o el secretario; un hombre medio tullido, que
cojeaba y usaba un bastón. Era bajito de estatura y muy serio.
Mi padre y yo estábamos esperando en el pasillo del juzgado, y
el suelo era de madera. Al momento, salió de un despacho, y
sus pisadas y el bastón se oían al caminar. Entró en otro
despacho y se sentó frente a la máquina de escribir. Nos hizo
pasar, y mi padre y yo permanecimos de pie en silencio,
mientras el hombre escribía. Aquello me daba cierto temor.
No se escuchaba nada, todo estaba en silencio, y solo se
escuchaba la máquina de escribir con aquel característico ruido
que hacían. Supongo que estaba escribiendo mi culpabilidad.
Al final terminó, se dirigió a mí y me dijo con voz autoritaria al
mismo tiempo que me extendía un bolígrafo: “Firme”. Yo no
sabía ni lo que era firmar. Iba al colegio, pero todavía no sabía
casi leer. Yo estaba aturdido ya que no sabía lo que me decía, y
como no firmaba, volvió a decirme de nuevo: “Firme”.
351