Page 32 - La Constitución de los atenienses
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IN TRODUCCIÓN



         defiende  esta  explicación  y  trae  a  colación  la  anotación  de

         Faltin  (1872:  3):  “οικεΐν  non  habet  semper  tantum  meram


         incolendi notionem>sed frequentissime significat civem esse”.  EI

         sentido  político  de  οικεΐν  puede  explicarse  claramente:  ante

         la  nueva  forma  de  hacer  política,  inaugurada  por  Cleón  y

         seguida por los demás demagogos,  los  hombres respetables de

         la  aristocracia  tenían  ante  sí  dos  salidas:  abandonar  la  ciudad

         democrática y trasladarse  a una oligárquica,  o  bien  convertirse

         en  άπράγμονες:  “Es  precisamente  esta  posibilidad  que  el

         anónimo  autor  de  la  Constitución,  si  debemos  preferir la  in-

         terpretación  ‘política  de  11  20  frente  a la  geográfica,  lleva  a

         cabo  por  sí  y  exige  que  sea  llevada  a  cabo  por  sus  iguales”

         (Serra  1979:  10).  No  se  critica  a quienes  no  son  partidarios


         de la democracia porque vivan en Atenas, sino  porque  parti­

        cipan  activamente  como  ciudadanos  en  vez  de  permanecer

         inactivos.  Los  aristócratas  oligarcas  pensaban  que  los  miem­

         bros  de  su  clase  no  debían  colaborar  con  el  régimen  sino

        que,  por lo  contrario,  debían  organizarse  para derribarlo  (cf.

         nota  a  II  20).  No  existen,  por  lo  tanto,  argumentos  seguros

        que sustenten  la hipótesis del  emigrado.

             En cuanto  al destinatario  de la obra se han  propuesto  mu­

        chas  hipótesis.  Se  está  de  acuerdo,  en  general,  en  que  el  au­


        tor  se  dirigía  a  aristócratas  oligarcas,  pero  no  se  está  de

        acuerdo  en  su  identificación.  Las  diferentes  hipótesis  po­

        drían  agruparse  en  dos:  aristócratas  no  atenienses  o  aristó­

        cratas  atenienses.  Algunos  creyeron  que  la  obra  estaba

        dirigida a Agesilao  (Belot);  Ste.  Croix  pensaba que  “el Viejo




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