Page 307 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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vocálicos —que han comenzado a existir al pronunciarse la Palabra—, se convirtieron

  en los siete Elohim o divinidades, con cuyo poder y mediación se organizó el mundo
  inferior. De vez en cuando, la Divinidad se simboliza mediante un ojo, una oreja, una

  nariz  o  una  boca.  El  primero  simboliza  la  conciencia  divina;  la  segunda,  el  interés

  divino; la tercera, la vitalidad divina y la cuarta, la orden divina.

       Los antiguos no creían que, gracias a la espiritualidad, los hombres se volvieran
  honrados o racionales, sino, más bien, que la honradez y la racionalidad los volvían

  espirituales. Los Misterios enseñaban que la iluminación espiritual solo se alcanzaba

  elevando la naturaleza inferior hasta un nivel determinado de eficiencia y pureza. Por

  consiguiente, los Misterios se establecieron con la finalidad de desarrollar la naturaleza
  del  hombre  según  determinadas  reglas  fijas  que,  cuando  se  observaban

  religiosamente, elevaban la conciencia humana hasta un punto en el que era capaz de

  conocer  su  propia  constitución  y  la  verdadera  finalidad  de  su  existencia.  Este
  conocimiento de la manera de regenerar más rápida y completamente la constitución

  múltiple  del  hombre  hasta  alcanzar  la  iluminación  espiritual  constituía  la  doctrina

  secreta o esotérica de la Antigüedad. Algunos órganos y centros aparentemente físicos
  son en realidad los velos o las fundas de los centros espirituales. Lo que eran y la

  manera de desarrollarlos no se revelaba jamás a los impenitentes, porque los filósofos

  sabían que cuando alguien comprende el funcionamiento de todo un sistema, puede

  conseguir un fin establecido, aunque no esté cualificado para manipular y controlar
  las  consecuencias  que  haya  producido.  Por  este  motivo,  se  imponían  períodos  de

  prueba  prolongados,  de  modo  que  el  conocimiento  de  cómo  llegar  a  ser  como  los

  dioses siguiera siendo posesión exclusiva de quienes eran dignos de él.



       Sin embargo, para que el conocimiento no desapareciera, se ocultó en alegorías y
  mitos que no tenían ningún sentido para los profanos, aunque resultaban evidentes

  para quienes conocían la teoría de la redención personal que era la base de la teología

  filosófica. Se puede poner como ejemplo el propio cristianismo. En realidad, todo el

  Nuevo Testamento es una exposición cuidadosamente oculta de los procesos secretos
  de  la  regeneración  humana.  Los  personajes  que  durante  tanto  tiempo  se  han

  considerado  hombres  y  mujeres  históricos  en  realidad  son  personificaciones  de

  determinados  procesos  que  tienen  lugar  en  el  cuerpo  humano  cuando  el  hombre

  empieza  la  tarea  de  liberarse  a  sí  mismo  conscientemente  de  la  esclavitud  de  la
  ignorancia y la muerte.

       Las  prendas  y  los  adornos  que  supuestamente  llevaban  los  dioses  también  son

  claves, porque en los Misterios la vestimenta se consideraba sinónimo de la forma. El
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