Page 849 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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envenenada, se dio cuenta del malvado plan, ya sea por el sabor de la carne o, como

  creen los fieles, por intercesión divina. Sin embargo, ya había tragado una pequeña
  porción de comida y durante el resto de su vida sufrió casi constantemente los efectos

  del veneno. En el AH 11, cuando padeció su última enfermedad, Mahoma insistía en

  que los efectos sutiles del veneno eran la causa indirecta de su próximo fin. Se dice

  que, durante su última enfermedad, se levantó una noche y fue a visitar un cementerio
  situado en las afueras de Medina, evidentemente pensando que no tardaría en contarse

  entre  los  difuntos.  En  aquel  momento  le  dijo  a  un  asistente  que  le  habían  dado  a

  escoger entre continuar su vida física y presentarse ante el Señor y que había elegido

  reunirse con su Creador.
       Mahoma padeció muchos dolores en la cabeza y el costado y también tuvo fiebre,

  pero el 8 de junio parecía convaleciente. Se unió a sus seguidores para rezar y, sentado

  en el patio, dio una charla a los fieles con voz clara y potente, pero parece que aquello
  puso a prueba su fortaleza, porque hubo que ayudarlo a entrar en la casa de Aisha,

  que daba al patio de la mezquita. Allí, en un camastro duro, dispuesto sobre el suelo

  desnudo, pasó el profeta del islam sus dos últimas horas en la tierra. Al ver que su
  anciano esposo sufría dolores intensos, Aisha —que solo tenía veinte años— alzó la

  cabeza cana del hombre al que conocía desde su infancia y que debía parecer más un

  padre que un esposo para ella y lo sostuvo en sus brazos hasta el final. Al sentir la

  inminencia de la muerte, Mahoma imploró: «Señor, te suplico que me asistas en la
  agonía de la muerte». A continuación y casi en un susurro, repitió tres veces: «Gabriel,

  acércate».    [222]  En The Hero as Prophet, Thomas Carlyle escribe lo siguiente acerca de

  la  muerte  de  Mahoma:  «Sus  últimas  palabras  fueron  una  oración,  exclamaciones

  quebradas  de  un  corazón  que  se  esfuerza,  temblando  de  esperanza,  por  llegar  a  su
  Creador».

       Mahoma  fue  enterrado  bajo  el  suelo  de  los  aposentos  en  los  que  murió.  La

  situación actual de su sepultura se describe con estas palabras:



       Por encima de la Hujrah hay una bóveda verde, coronada por una gran media

       luna  dorada  que  sale  de  una  serie  de  globos  Dentro  del  edificio  están  las
       tumbas  de  Mahoma.  Abu  Bakr  y  Ornar  y  hay  un  espacio  reservado  para  la

       tumba  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  que,  según  los  musulmanes,  volverá  a

       visitar  la  tierra  y  morirá  y  será  enterrado  en  al-Madinah.  Se  supone  que  la
       tumba de Fátima, la hija del Profeta, se encuentra en otra parte del edificio,

       aunque algunos afirman que está enterrada en al-Baqui. Se dice que el cuerpo

       del  Profeta  está  tendido  sobre  el  lado  derecho,  sosteniendo  con  la  palma
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