Page 853 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Hombre, con Dios. Considerando estos desacuerdos teológicos como un

          indicativo de que el cristianismo de Jesús ya se había sumido dentro de la
          idolatría, se cree que el Profeta árabe había dicho: «Realmente, Jesús de

        Nazaret era un verdadero profeta de Alá y también un gran hombre; pero lo!,

              un día todos sus discípulos se desquiciaron e hicieron de él un dios».

         Mahoma se impresionó tanto por la práctica cristiana de erigir santuarios
         sobre los huesos de sus santos y mártires que, aun en el delirio de su última

            dolencia, gritó: «Oh, Alá, nunca dejes que mi tumba se convierta en un

                                               objeto de adoración».







  La  acusación  más  frecuente  y  en  apariencia  la  más  perjudicial  que  se  lanzó  contra

  Mahoma  es  la  de  poligamia.  Aquellos  que  creen  sinceramente  que  un  harén  es

  irreconciliable con la espiritualidad deberían —para ser coherentes— hacer algo para
  excluir  los  salmos  de  David  y  los  proverbios  de  Salomón  de  la  lista  de  obras

  inspiradas,  ¡porque  el  harén  del  Profeta  del  islamismo  era  insignificante  en

  comparación con el del rey más sabio de Israel y supuesto favorito del Altísimo! La
  noción  popular  de  que  Mahoma  enseñaba  que  las  mujeres  no  tenían  alma  y  solo

  podían llegar al cielo mediante el matrimonio no está confirmada ni por las palabras ni

  por la actitud del Profeta durante su vida. En una ponencia titulada «The Influence of
  Islam  on  Social  Conditions».  (La  influencia  del  islamismo  en  las  condiciones

  sociales), presentada en el Parlamento Mundial de las Religiones celebrado en Chicago

  en 1893, Mohammed Webb menciona esta acusación y le responde con las siguientes

  palabras:
       «Se ha dicho que Mahoma y el Corán negaban que las mujeres tuvieran alma y las

  equiparaban a los animales. El Corán las sitúa en una igualdad perfecta y total con los

  hombres  y  las  enseñanzas  del  Profeta  a  menudo  las  ponen  por  encima  de  ellos  en

  algunos  aspectos».  Para  justificar  su  postura,  el  señor  Webb  cita  el  verso  treinta  y
  cinco del trigésimo tercer sura del Corán:

       «En  verdad,  Alá  ha  preparado  perdón  y  magnífica  recompensa  para  los

  musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes los devotos y las devotas,
  los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes,

  los hombres y las mujeres que dan limosna, los hombres y las mujeres que ayunan,

  los castos y las castas, los hombres y las mujeres que recuerdan a Alá con frecuencia».

  Aquí se establece con toda claridad que alcanzar el cielo es un problema que solo se
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