Page 856 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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imperdonable, porque, cuando la media luna triunfó sobre la cruz en el sur de Europa,

  fue el presagio de una civilización que no tuvo parangón en su época. En Studies in a
  Mosque, Stanley Lane-Poole escribe lo siguiente:



       Durante casi ocho siglos de dominio musulmán, España dio a toda Europa un

       ejemplo brillante de un estado civilizado e ilustrado. […] El arte, la literatura y

       la  ciencia  prosperaron  como  no  ocurría  entonces  en  ningún  otro  lugar  de

       Europa. Los estudiosos procedentes de Francia, Alemania e Inglaterra acudían
       en masa a beber de las fuentes del saber que solo manaban en las ciudades

       moras  Los  cirujanos  y  los  médicos  andaluces  estaban  a  la  vanguardia  de  la

       ciencia; se alentaba a las mujeres para que se dedicaran a estudiar en serio y no
       era extraño ver a médicas entre los habitantes de Córdoba. La matemática, la

       astronomía y la botánica, la historia, la filosofía y la jurisprudencia se llegaban

       a dominar en España y solo allí.



       En The Library of Original Sources se resumen con estas palabras los efectos del

  islamismo:


       Las consecuencias del mahometismo se han menospreciado demasiado. En el

       siglo posterior a la muerte de Mahoma, arrebató al cristianismo Asia Menor,

       África y España —más de la mitad del mundo civilizado— y estableció una
       civilización  que  fue  la  más  importante  del  mundo  durante  la  Edad  Media.

       Llevó a la raza árabe a su máximo esplendor, elevó la posición de las mujeres

       en  Oriente,  aunque  mantuvo  la  poligamia:  fue  intensamente  monoteísta  y,

       hasta que los turcos asumieron el control, en general alentó el progreso.



       En  la  misma  obra,  entre  los  grandes  científicos  y  filósofos  islámicos  que  han
  hecho  aportaciones  sustanciales  al  conocimiento  humano,  se  menciona  a  Gerber,  o

  Djafer, que en el siglo IX puso los cimientos de la química moderna; a Ben Musa, que

  en el siglo  X introdujo la teoría del álgebra: a Alhaze, que en el siglo  XI estudió en
  profundidad la óptica y descubrió que las lentes convexas podían aumentar el tamaño

  de  las  imágenes,  y,  también  en  el  siglo  XI,  tanto  a  Avicena,  o  Ibn  Sina,  cuya

  enciclopedia médica fue la noma de su tiempo, como al gran cabalista Avicebrón, o

  Ibn Gebirol.
       «Mirando atrás a la ciencia de los mahometanos —sintetiza el autor recién citado

  —,  se  verá  que  sentaron  los  primeros  cimientos  de  la  química  e  hicieron  avances
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