Page 862 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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bajo tierra, había cuatro cadenas montañosas abajo con ellas. Las montañas

       del este eran blancas: las del sur eran azules; las del oeste, amarillas, y las
       del  norte,  negras.  La  subida  y  la  bajada  de  estas  montañas  producía  la

       alternancia entre el día y la noche. Cuando subían las montañas blancas,

       bajo tierra era de día: cuando subían las amarillas, era el crepúsculo: las

       montañas  negras  producían  la  noche,  y  las  azules,  el  alba.  Los  navajos
       reconocían siete divinidades principales, pero Hasteen Klah no sabía si los

       indios relacionaban aquellas divinidades con los planetas. Bakochiddy, uno

       de aquellos siete dioses principales, era de color blanco y tenía el pelo rojizo

       claro y los ojos grises. Su padre era el rayo de sol y su madre, la luz del día.
       Ascendió al cielo y, en algunos aspectos, su vida se asemeja a la de Cristo.

       Para  vengar  el  secuestro  de  su  hijo,  Kahothsode,  un  dios  pez,  provocó  un

       gran  diluvio.  Para  evitar  la  destrucción,  los  zuni,  los  hopi  y  los  navajos
       subieron a la superficie de la tierra.

            La  pintura  de  arena  que  se  reproduce  aquí  forma  parte  de  una  serie

       medicinal que se preparó para curar las enfermedades. En la ceremonia de
       curación,  se  coloca  al  paciente  sobre  el  dibujo,  que  se  hace  en  un  hagan

       consagrado, y no se deja entrar a nadie de fuera. La esvástica sagrada que

       aparece en el centro del dibujo es, tal vez, el más prácticamente universal de

       los emblemas religiosos y representa las cuatro esquinas del mundo. Los dos
       dioses  jorobados,  situados  a  la  derecha  y  a  la  izquierda,  adquieren  este

       aspecto por las grandes nubes que llevan a la espalda. En el arte religioso

       navajo,  las  divinidades  masculinas  siempre  tienen  la  cabeza  redonda  y  las

       femeninas la tienen cuadrada.







  Los indios americanos distinguen entre el fantasma y el alma en sí de un difunto, un

  conocimiento restringido a los iniciados en los Misterios. Al igual que los platónicos,
  también comprendían los principios de una esfera arquetípica en la cual existen los

  modelos de todas las formas que se manifiestan en el plano de la tierra. Asimismo,

  comparten la teoría de las almas de grupos o de ancianos que supervisan las especies
  animales.  La  creencia  de  los  pieles  rojas  en  los  espíritus  guardianes  habría

  entusiasmado  a  Paracelso.  Cuando  adquieren  la  importancia  de  ser  protectores  de

  clanes o tribus enteras, aquellos guardianes reciben el nombre de tótems. En algunas

  tribus, unas ceremonias imponentes marcan el momento en que se envía a los jóvenes
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