Page 867 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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preliminar, los dos aventureros tuvieron que cruzar un río de lodo y a continuación
uno de sangre: consiguieron las dos proezas usando sus sabarcans como puentes
Siguieron andando hasta llegar a la confluencia de cuatro caminos: uno negro, uno
blanco, uno rojo y uno verde. Entonces Hunahpú y Xbalanqué se dieron cuenta de
que la primera prueba consistiría en ser capaces de distinguir a los príncipes de
Xibalbá de las efigies de madera que iban vestidas para parecerse a ellos y que
también debían llamar a cada príncipe por su nombre, sin que nadie se los hubiera
dicho. Para conseguir aquella información, Hunahpú se arrancó un pelo de la pierna y
el pelo se convirtió en un insecto extraño llamado Xan, que fue zumbando por el
camino negro, entró en la sala del consejo de los príncipes de Xibalbá y picó la pierna
de la figura más próxima a la puerta: así descubrió que se trataba de un maniquí. Con
el mismo artificio descubrió que la segunda figura era de madera, pero, cuando picó a
la tercera, de inmediato obtuvo respuesta. Picando por orden a todos los príncipes
reunidos, el insecto averiguó cómo se llamaba cada uno, porque los príncipes fueron
diciendo sus nombres en voz alta al analizar la causa de las misteriosas picaduras.
Después de conseguir la información deseada de aquella manera tan original, el
insecto regresó a donde estaban Hunahpú y Xbalanqué, que, reconfortados de este
modo, se acercaron sin temor a las puertas de Xibalbá y se presentaron ante la
asamblea de los doce príncipes.
Cuando les indicaron que adoraran al rey, Hunahpú y Xbalanqué rieron, porque
sabían que la figura que les habían señalado era el maniquí inerte. Los jóvenes
aventureros se dirigieron entonces a los doce príncipes, llamándolos por su nombre,
de esta manera: «Salve, Hun Carne: salve, Vucub Carne: salve, Xiquiripat; salve,
Cuchumaquiq; salve, Ahal Puh; salve, Ahal Cana; salve, Chamia Bac; salve, Chamia
Holom; salve, Quic Xic: salve, Patan; salve, Quix Re: salve, Quix Rix Cae». Cuando
los de Xibalbá los invitaron a sentarse sobre un gran banco de piedra, Hunahpú y
Xbalanqué se excusaron, porque ya sabían que la piedra estaba caliente y que, si se
sentaban en ella, morirían asados. EntonceS los príncipes de Xibalbá ordenaron a
Hunahpú y a Xbalanqué que descansaran durante la noche en la Casa de las Sombras
con lo cual finalizó el primer grado de los Misterios de Xibalbá.
La segunda prueba tuvo lugar en la Casa de las Sombras, donde se entregó a cada
candidato una antorcha de pino y un cigarro y les dijeron que tenían que mantener los
dos encendidos durante toda la noche, a pesar de lo cual debían devolverlos a la
mañana siguiente sin que se hubiesen consumido. Sabiendo que, si fracasaban en la
prueba, la muerte era la alternativa, los jóvenes quemaron plumas de guacamayo en
lugar de las astillas de pino —se les parecen mucho— y también pusieron luciérnagas