Page 354 - Dune
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responder, alzando los ojos y escrutando aquellos rostros: primos y coprimos,
hermanastros, concubinas y parientes no-freyn. Eran una confusión de bocas rosáceas
que vociferaban en un múltiple estremecimiento de colores de vestidos y estandartes.
Feyd-Rautha se dio cuenta de que aquellos rostros manifestarían la misma avidez
tanto ante su sangre como ante la del esclavo-gladiador. Naturalmente, no había la
menor duda acerca del resultado del combate. Era sólo la apariencia del peligro y no
su sustancia. Sin embargo…
Feyd-Rautha alzó el cuchillo hacia el sol, saludando a los tres lados de la arena a
la antigua manera. El cuchillo corto en la mano con el guante blanco (blanco, el signo
del veneno) fue el primero que volvió a su funda. Después fue la hoja larga en la
mano con el guante negro… la hoja pura que ahora era impura, su arma secreta para
transformar aquel día en una victoria personal: el veneno en la hoja negra.
Necesitó tan sólo un instante para regular su escudo corporal e hizo una breve
pausa para sentir la tensión en la piel de su frente que le garantizaba una perfecta
defensa.
Era su espectáculo, y Feyd-Rautha comenzó a orquestarlo con mano de maestro
de ceremonias, haciendo un signo con la cabeza a sus manipuladores y distractores,
verificando con una ojeada su equipo… los hierros de aceradas y brillantes puntas,
los garfios y las picas adornadas con banderolas azules.
Feyd-Rautha hizo una seña a los músicos.
La lenta marcha, antigua y solemne, se elevó en la arena, y Feyd-Rautha, a la
cabeza de su cuadrilla, avanzó hasta detenerse a los pies del palco de su tío para
rendir su homenaje. Tomó la llave ceremonial que le fue lanzada.
La música se interrumpió.
En el repentino silencio, Feyd-Rautha dio dos pasos atrás, alzó la llave y gritó:
—Dedico esta verdad a… —hizo una pausa, sabiendo que su tío estaba pensando:
¡Este joven imbécil va a dedicarla a Dama Fenring y va a provocar un escándalo!—
… a mi tío y patrón, el Barón Vladimir Harkonnen —terminó.
Y sonrió, oyendo el suspiro de alivio de su tío.
Los músicos iniciaron una marcha rápida; y Feyd-Rautha condujo nuevamente a
sus hombres a través de la arena hacia la puerta de prudencia, a través de la cual
solamente pasaban aquellos que mostraban la banda especial de identificación. Feyd-
Rautha se felicitó a sí mismo por no haber tenido que utilizar nunca esa puerta, así
como no haber necesitado nunca a los distractores. Pero era bueno saber que aquel
día los tenía allí a su disposición… a veces los planes especiales comportan también
riesgos especiales.
El silencio cayó de nuevo sobre la arena.
Feyd-Rautha se volvió, haciendo frente a la gran puerta roja por la cual tenía que
surgir el gladiador.
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