Page 367 - Dune
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—Lisan al-Gaib —susurró la mujer. Sus ojos estaban llenos de estupor cuando
           miraron otra vez a Paul.
               De nuevo la leyenda, pensó Paul.

               —Quizá —dijo Stilgar—. Pero aún no ha sido probado. —Su atención regresó a
           Paul—. Usul, nuestra costumbre es que ahora seas responsable de la mujer de Jamis y
           de sus dos hijos. Su yali… sus apartamentos, son tuyos. Su servicio de café es tuyo…

           y esta es tu mujer.
               Paul estudió a la mujer, preguntándose: ¿Por qué no llora a su hombre? ¿Por qué
           no muestra ningún odio hacia mí? Bruscamente, se dio cuenta de que los Fremen le

           estaban mirando, a la espera.
               Alguien murmuró:
               —Hay trabajo que hacer. Di de qué modo la aceptas.

               —¿Aceptas a Harah como mujer o como sirviente? —dijo Stilgar.
               Harak alzó los brazos, girando lentamente sobre sí misma.

               —Aún soy joven, Usul. Se dice que parezco tan joven como era cuando estaba
           con Geoff… antes de que Jamis le venciera.
               Jamis mató a otro para tenerla, pensó Paul.
               —Si  la  acepto  como  sirviente,  ¿podré  cambiar  mi  decisión  más  tarde?  —

           preguntó.
               —Tienes un año de tiempo para cambiar tu decisión —dijo Stilgar—. Una vez

           transcurrido  éste,  ella  será  una  mujer  libre  que  podrá  elegir  según  sus  deseos…  a
           menos que tú la dejes libre antes, en cualquier momento. Pero por un año está bajo tu
           responsabilidad, ocurra lo que ocurra… y serás siempre responsable en parte de los
           hijos de Jamis.

               —La acepto como sirviente —dijo Paul.
               Harah dio una patada en el suelo y alzó enfurecida los hombros.

               —¡Pero yo soy joven!
               Stilgar miró a Paul.
               —La prudencia es una cualidad en un hombre que dirige —dijo.
               —¡Pero yo soy joven! —repitió Harah.

               —Cállate —ordenó Stilgar—. Si una cosa tiene mérito, lo tendrá. Conduce a Usul
           a sus apartamentos y cuida de que tenga ropas frescas y un sitio para descansar.

               —¡Ohhh! —se lamentó la mujer.
               Paul  la  había  registrado  lo  suficiente  como  para  juzgarla  en  una  primera
           aproximación. Captó la impaciencia de la gente, la urgencia de muchas cosas que se

           estaban retrasando. Se preguntó si debía atreverse a inquirir la situación de su madre
           y de Chani, pero Stilgar estaba nervioso y vio que sería un error.
               Se volvió hacia Harah, y acentuó su miedo y su estupor dando a su voz un ligero

           trémolo.




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