Page 454 - Dune
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¡Cuántas veces el hombre encolerizado niega rabiosamente aquello que le dice su
conciencia!
Frases escogidas de Muad’Dib, por la PRINCESA IRULAN
La muchedumbre reunida en la caverna de asambleas irradiaba aquella atmósfera
tensa y excitada que Jessica había notado el día que Paul había matado a Jamis. Había
un nervioso murmullo en las voces. Se iban formando pequeños grupos.
Jessica guardó un cilindro de mensajes bajo sus ropas mientras salía a la
plataforma después de dejar los apartamentos privados de Paul. Se sentía descansada
tras el largo viaje desde el sur, pero estaba irritada con Paul porque aún no había
permitido el uso de los ornitópteros capturados.
—Todavía no poseemos el completo control del aire —había dicho Paul—. Y no
debemos depender de un carburante que no podemos conseguir en este mundo. El
carburante y los vehículos deben ser reservados para el día de la gran ofensiva.
Paul estaba en pie, cerca de la plataforma, con un grupo de jóvenes. La pálida luz
de los globos daba a la escena un toque de irrealidad. Era como una pintura, pero con
una dimensión añadida de los olores de la caverna, los murmullos, el rumor de pasos.
Jessica estudió a su hijo, preguntándose por qué aún no le había revelado su
sorpresa… Gurney Halleck. Pensar en Gurney la turbaba, recordándole un pasado
más feliz… días de amor y belleza con el padre de Paul.
Stilgar esperaba con un pequeño grupo de los suyos al otro lado de la plataforma.
Permanecía silencioso, lleno de una ineluctable dignidad.
No debemos perder a este hombre, pensó Jessica. El plan de Paul debe funcionar.
Cualquier otra solución sería una terrible tragedia.
Avanzó por la plataforma, pasando junto a Stilgar pero sin mirarle, y penetrando
en la multitud. Un camino se abrió ante ella hasta Paul. Lo recorrió entre un repentino
silencio.
Sabía el significado de aquel silencio… las inexpresadas preguntas de aquella
gente, la emoción hacia la Reverenda Madre.
Los jóvenes se apartaron de Paul mientras ella avanzaba, y por un instante esta
deferencia con que la trataban la irritó. «Todos aquellos que están por debajo tuyo
codician tu posición», decía un axioma Bene Gesserit. Pero no leyó codicia en
ninguno de aquellos rostros. Lo que la separaba de ellos era más bien aquel fermento
religioso que se había ido formando alrededor de la jefatura de Paul. Recordó otra
frase Bene Gesserit: «Los profetas suelen morir de muerte violenta».
Paul la miró.
—Ya es hora —dijo ella, y le tendió el cilindro de mensajes.
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