Page 31 - Alejandro Casona
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tomado en su lugar a un ilusionista de circo.  (Isabel sonríe ya
                  entregada.) Gracias.

                  ISABEL.
                  ¿A mí? ¿Por qué?

                  MAURICIO.
                  Porque al fin la veo sonreír una vez. Y conste que lo hace
                  maravillosamente bien. Usted acabará siendo de los nuestros.

                  ISABEL.
                  No creo. ¿Son ustedes muchos?

                  MAURICIO.
                  Siempre hacen falta más. Sobre todo, mujeres.

                  ISABEL.
                  Dígame... Una especie de tirolés que pasó por aquí a gritos, con unos
                  perros...

                  MAURICIO.
                  Bah, no tiene importancia. Un aficionado.

                  ISABEL.
                  ¿Pero a qué se dedica?

                  MAURICIO.
                  Anda escondido por los montes soltando conejos y perdiendo perros.
                  Es un protector de cazadores pobres.

                  ISABEL.
                  Ya, ya, ya. ¿Y un mendigo que entró muy misterioso por esa librería,
                  con un collar de perlas...?

                  MAURICIO.
                  ¿El ladrón de ladrones? Ese es más serio. ¡Tiene unas manos de oro!

                  ISABEL.
                  ¿Para qué?

                  MAURICIO.
                  Está especializado en esos muchachos que salen de los reformatorios
                  con malas intenciones... (Gesto de robar.) ¿Comprende?
                  ISABEL.
                  Comprendo. Cuando ellos... ¿eh?  (Gesto de robar con los cinco
                  dedos.) él los sigue, y... (Repite el gesto delicadamente con el índice
                  y el pulgar.) ¿Eh...?
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