Page 34 - Alejandro Casona
P. 34
¿Cree que una sonrisa puede valer algo?
MAURICIO.
Quién sabe. ¿Ha paseado alguna vez por detrás de la cárcel?
ISABEL.
¿Para qué? Es un baldío triste, lleno de hierro viejo y de basura.
MAURICIO.
Pero sobre ese baldío hay una reja, y aferrado a esa reja un hombre
siempre solo, sin más que ese paisaje sucio delante de los ojos. Pase
usted por allí mañana al mediodía, mire hacia la reja, y sonría. Nada
más. Al día siguiente, vuelva a pasar a la misma hora. Y al otro, y al
otro...
ISABEL.
No comprendo.
MAURICIO.
La peor angustia de la cárcel es el vacío, que hace inacabable el
tiempo. Cuando ese hombre vea que el milagro se repite, hasta las
noches le serán más cortas, pensando: "mañana, al mediodía..." (Le
tiende la mano.) ¿Compañeros?
ISABEL.—(Resuelta.)
Compañeros.
MAURICIO.
Gracias. Estaba seguro. (Se dirige al audífono alegremente. Dentro
empieza a oírse el canto del ruiseñor.) ¡Hola! ¿Helena? Ya puede
venir. Y tráigame a ese señor.
ISABEL.—(Escuchando inmóvil.)
¡Realmente es prodigioso!
MAURICIO.
¿El qué?
ISABEL.
Su imitador de pájaros.
MAURICIO.
¿Eso? Nunca. El nuestro lo hace mucho mejor ¡un artista!
(Despectivo.) Ese que está cantando es un ruiseñor de verdad.
(Vuelve la secretaria con el Sr. Balboa.)