Page 44 - Alejandro Casona
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su novio la hace esperar media hora? ¡Imagínese lo que es esperar a
un hombre veinte años! ¿Puso las sábanas de hilo crudo?
FELISA.
Las de algodón. El señor dice que las de hilo son demasiado pesadas.
GENOVEVA.
Pero la señora no quiere otras. ¿Tanto le molesta tener que
cambiarlas?
FELISA.
No es por el trabajo; es que no sabe una a quién atender. Como la
famosa discusión de las camas ¿se acuerda? El señor empeñado en
que dos camas gemelas, y la señora que la cama matrimonial. ¿No
sería mejor esperar a que lleguen ellos y digan de una vez lo que
prefieren?
GENOVEVA.
Eso no es cuenta nuestra. Cuando la señora manda una cosa y el
señor otra, se dice que sí al señor y se hace lo que manda la señora.
FELISA.
En resumen ¿dejo las de algodón o subo las de hilo? (Entra la Abuela,
de la cocina. Es la vieja señora llena de vida nueva pero aferrada a
sus encajes, a sus nobles terciopelos y a su bastón.)
ABUELA.
Las de hilo, hija, las de hilo crudo. Las he bordado yo misma y es
como poner sobre ellos algo de estas manos. ¿Comprende?
FELISA.
Ahora sí. (Toma las sábanas de un respaldo y sube con ellas.)
ABUELA.
Cierre bien la puerta de la sala y corra la cortina doble; se oye
demasiado el carillón del reloj y puede despertarlos.
FELISA.
Bien, señora.
ABUELA.
En cambio la ventana déjela abierta de par en par.
FELISA.
¿Y si entran bichos de los árboles?
ABUELA.