Page 46 - Alejandro Casona
P. 46
crecido no será tanto que no me quepa en los brazos.
GENOVEVA.
Un hombre no es un niño más grande, señora; es otra cosa. Si lo
sabré yo que tengo tres perdidos por esos mundos de Dios.
ABUELA.—(Repentinamente alerta.)
¡Chist... calle! ¿No oye un coche? (Escuchan un momento las dos.)
GENOVEVA.
Es un poco de viento en el jardín. (La Abuela se sienta respirando
hondo con la mano en el pecho.) Cuidado con esos nervios, señora.
ABUELA.
Hay que ser fuerte para una alegría así; si fuera algo malo, ya está
una más acostumbrada. Un poco de agua, por favor.
GENOVEVA.
¿Quiere tomar otra pastilla?
ABUELA.
Basta ya de remedios; el único verdadero es ese que va a llegar.
¿Cree que si no salí al puerto fue por miedo a la fatiga? Fue por no
repartirlo con nadie allí entre tanta gente. De esta casa salió y aquí le
espero. ¿Qué hora es?
GENOVEVA.
Temprano todavía. Son largos los últimos minutos ¿eh?
ABUELA.
Pero llenos, como si ya fueran suyos. Muchas veces sentí esto mismo
al recibir sus cartas: daba vueltas y vueltas al sobre sin abrirlo y
hasta cerraba los ojos tratando de adivinar antes de leer. Parece
tonto, pero así las cartas duran más. (Alerta nuevamente.) ¿No
oye?...
GENOVEVA.
El viento otra vez. Ya no pueden tardar.
ABUELA.
No importa. Es como dar vueltas al sobre. (Suspira.) ¿Cómo será
ella?
GENOVEVA.
¿Quién?
ABUELA.