Page 86 - Alejandro Casona
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pueda. Y el mío, hoy, pasa por esta casa.
BALBOA.
De una vez, por favor ¿qué es lo que vienes a buscar?
OTRO.
Si fuera a reclamar mis derechos, todo lo que me quitaste en una
noche: una vida regalada, una buena mesa, una familia honorable...
BALBOA.
¡No habrás pensado quedarte a vivir aquí!
OTRO.
No, estate tranquilo. Eso que tú llamas hogar no se ha hecho para mí,
y sería demasiado incómodo para los dos.
BALBOA.
¿Qué pretendes entonces?
OTRO.
Te he dicho primero todo lo que podría exigir. Pero soy razonable y
voy a conformarme sólo con una parte. En una palabra, abuelo,
necesito dinero.
BALBOA.
No podía ser otra cosa. ¿Cuánto?
OTRO.
Ahí está lo malo, que por mucho que lo sienta no puedo hacerte un
precio de amigos. (Dejando repentinamente el tono irónico.) Estoy
comprometido gravemente ¿sabes? No con la policía, que a eso ya
estoy acostumbrado. Ahora es con los compañeros, y esos no
perdonan.
BALBOA.
No te pido explicaciones. ¿Cuánto?
OTRO.
¿Te parecería mucho doscientos mil?
BALBOA.
¿Estás loco? ¿De dónde piensas que puedo sacar yo esa cantidad?
OTRO.
Desde luego no esperaba que la tuvieras ahí en el bolsillo. Pero
puedes encontrarla; y sin ir muy lejos... sin salir de aquí. Si no he
calculado mal, solamente la casa vale el doble.