Page 186 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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partir del momento de su nacimiento, Edipo asume el pa­
        pel de aquel que no debería estar donde está.  Llega a des­
        tiempo. El heredero de Layo es, a la vez, descendiente legí­
        timo y procreación  monstruosa.  Su condición es  inestable
        desde  un principio.  Abocado  a la muerte,  escapa a ella de
        milagro. Nativo de Tebas, alejado de su lugar de origen, ig­
        nora, cuando vuelve a la ciudad para ocupar en ella el más
        alto  cargo,  que  ha  regresado  a  su  punto  de  partida.  Así
        pues,  Edipo  tiene  una condición desequilibrada. Al finali­
        zar el recorrido  que  le  devuelve  al  palacio  donde  ha  naci­
        do,  Edipo ha mezclado los tres estados de la existencia hu­
        mana.  Ha  alterado  el  curso  regular  de  las  estaciones,  ha
        confundido  la  primavera  de  la  juventud  con  el  estío  de
        la edad  madura y el  invierno  de  la  ancianidad. Al  mismo
        tiempo  que  mataba  a  su  padre,  se  identificaba  con  él  y
        ocupaba  su  lugar  en  el  trono  y  el  lecho  de  su  madre.  Al
        procrear unos hijos  con su propia madre,  al sembrar en el
        campo que le había dado la vida, como decían los griegos,
        se  identificaba no sólo con su padre,  sino  con sus propios
        hijos, que son a la vez sus hijos y sus hermanos,  sus hijas y
        sus hermanas.  El monstruo al que se refería la Esfinge, que
        tiene al mismo tiempo dos, tres y cuatro patas, es Edipo.
            El  enigma plantea  el  problema  de la  continuidad so­
        cial,  del  mantenimiento  de  las  condiciones,  las  funciones
        y las ocupaciones en el seno de las culturas, a despecho del
        flujo de  las generaciones  que  nacen,  reinan y desaparecen
        para ser sucedidas  por otras.  El trono  tiene  que  ser  siem­
        pre lo que es,  mientras que quienes lo ocupan serán siem­
        pre  diferentes.  ¿Cómo  puede  subsistir  único  e  intacto  el
        poder real cuando los que lo ejercen,  los reyes,  son nume­
        rosos y  diversos?  El  problema  está  en  saber  cómo  el  hijo
        del rey puede convertirse en rey igual que su padre y ocu­
        par su lugar sin enfrentársele ni  apartarlo,  instalarse en su
        trono sin identificarse tampoco con su padre, como si fue­

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