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—Pareces ignorar la grandeza de este yati. Ha viajado por todo el mundo. Es un
brahmachari 32 que tiene todos sus sentidos bajo control. Así que lo correcto y adecuado
sería que le pidieses perdón por decir cosas tan absurdas acerca de él.
Le pidió a Krishna que llevara al yati a los aposentos de Subhadra. Ella tenía que
realizar todos los preparativos para hacer que la estancia del yati fuera confortable.
Krishna estaba muy contento por la forma en que se iba desarrollando todo y llevó a
Arjuna a los jardines del palacio. Tomó a Arjuna de la mano, le condujo a donde estaban
Rukmini y Satyabhama, a las cuales les reveló quién era él realmente. Ambas le dieron la
bienvenida con una sonrisa y dijeron:
—Krishna y todos los Vrishnis nos han hablado mucho de ti. Hemos estado deseando
conocerte desde hace mucho tiempo.
Luego Krishna llevó a Arjuna ante Subhadra, a la cual le comunicó las instrucciones
de Balarama, dejando a Arjuna a su cuidado. Krishna se despidió esbozando una sonrisa
entre burlona y divertida.
Capítulo XLIV
ARJUNA SE FUGA CON SUBHADRA
RJUNA pasó varios días dichosos en los jardines de Subhadra, la cual seguía al pie
A de la letra el cometido que su hermano Krishna le había encomendado. El amor
de Arjuna hacia ella aumentaba día tras día. Ella se sentaba a su lado y atendía todos
sus deseos. Le traía la comida e incluso ella misma le daba de comer. Arjuna suspiraba
continuamente mirándola. Ella no podía entender por qué parecía tan desdichado y se
apartaba de su lado pensando que le molestaba su compañía, se iba a jugar al jardín
con sus amigas. Mientras, Arjuna continuaba mirándola, al igual que Agni, el dios del
fuego, hubiera mirado a Swaha. De este modo, a veces felizmente, a veces con pena, fue
transcurriendo el tiempo para Arjuna.
En la ciudad de Dwaraka, y en la casa de los Vrishnis, el nombre de Arjuna era una
palabra entrañable y se mencionaba para referirse a algo valiente y bello. En la escuela
donde se enseñaba el uso del arco, el comentario habitual era: « Debes llegar a ser como
Arjuna. » Cuando los niños pequeños se peleaban, decían: « No te atrevas a desafiarme,
ni siquiera Arjuna puede igualarme. » Cuando los ancianos bendecían a los jóvenes
decían: « Que seas un guerrero tan grande como Arjuna. » Las bendiciones para una
mujer que iba a ser madre eran: « ¡Que seas la madre de un hijo como Arjuna! » Así
pues, viviendo en un ambiente empapado de admiración por Arjuna, Subhadra llegó a
estar más interesada en conocer a este héroe. Su hermano Krishna siempre le hablaba
de Arjuna, de sus encantadoras cualidades y de su belleza física. Gada también le había
32 Brahmachari: monje célibe que se dedica a estudiar las escrituras sagradas.