Page 159 - Mahabharata
P. 159

1. El comienzo                                                                           139


               los atuendos de un príncipe y subió a la carroza. Ahora ya parecía lo que siempre fue.
               Los amantes estaban preparados para irse y tras un chasquido del látigo de Subhadra los

               caballos emprendieron la marcha. La carroza avanzaba rápidamente en dirección hacia
               su destino.

                                                       Capítulo XLV
                                    LA BODA DE ARJUNA EN INDRAPRASTHA


                    OS vigilantes de la ciudad de Dwaraka vieron que un kshatrya se llevaba a Subhadra.
               L Intentaron detener la carroza pero no pudieron porque estaban ya más allá de las
               afueras de la ciudad y no lograron darle alcance. Pero alguien reconoció al bribón como
               Arjuna. Se dio la señal de alarma y se anunció a los Vrishnis que el peligro acechaba a
               Dwaraka. Al oír esto, regresaron todos a la ciudad guiados por Balarama. Les contaron
               que alguien que se parecía a Arjuna se había llevado a Subhadra. Balarama estaba furioso
               y mirando a Krishna, el cual permanecía en silencio, le dijo:

                   —¿Cómo es que no dices nada? ¡Esto debe ser cosa tuya! ¿Por qué permitiste que
               ocurriera esto?
                   —¿Crees que fui yo quien permitió que sucediera esto? —dijo Krishna con ojos de
               asombro—. De hecho te advertí de esta posibilidad, quizá no lo recuerdes, pero incluso
               te hablé del peligro que suponía dejarles juntos. Ambos eran jóvenes y bellos y yo sabía
               que iba a pasar alguna cosa parecida. Pero tú no escuchabas nada de lo que yo te decía
               en contra del yati. Ahora fíjate lo que ha ocurrido. Todo este asunto, mi señor, ha sido
               obra tuya si es que hay que culpar a alguien.
                   Balarama respondió:
                   —Krishna, te conozco de pies a cabeza y me da que has metido baza en este asunto,
               pero aún no es demasiado tarde. Iremos en persecución de Arjuna; le destruiré y arrasaré
               toda la ciudad de Indraprastha. Destruiré a los pandavas. —Los ojos del gran Balarama
               escupían ira, parecía el dios de la muerte.

                   Krishna se le acercó y trató de tranquilizarle, le habló con su suave voz, dulce y
               persuasiva, como si estuviera hablando con un niño y le dijo:
                   —Hermano, no te enfades tanto. Si te empeñas en destruir a los pandavas, nada
               podrá salvarles. Serían como briznas de algodón en medio del torbellino de un vendaval.
               No está bien que estés tan contrariado. Reconsideremos lo que ha ocurrido: Subhadra
               acompañó a Arjuna en total acuerdo con él. Esto salta a la vista pues fue ella quien
               equipó mi carroza e incluso la condujo. Seguro que ha escogido a Arjuna como su señor,
               después de todo, mi querido hermano, se trata de Arjuna y no de cualquiera. ¿Qué mejor
               marido podríamos conseguir para nuestra hermana? Tampoco es un insulto a nuestra
               familia, pues él es nuestro querido primo y pertenece a la gran casa de los kurus. En
   154   155   156   157   158   159   160   161   162   163   164