Page 161 - Mahabharata
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1. El comienzo 141
Vinieron para celebrar la boda de Arjuna y Subhadra. Todos se quedaron en Indraprastha
durante unos días más después de la celebración de la boda. Al cabo de un tiempo,
Balarama, junto con todos sus sirvientes y los otros Vrishnis, regresaron a Dwaraka.
Krishna, sin embargo, no volvió con ellos. Se quedó en Indraprastha con los pandavas.
Capítulo XLVI
AGNI LE ENTREGA ARMAS DIVINAS
A ARJUNA Y KRISHNA
A había llegado el verano, y el calor era insoportable. Una mañana de madrugada,
Y antes de que saliera el Sol, Arjuna se dirigió a Krishna y le dijo:
—Krishna, este calor es insoportable. Vayámonos a las orillas del río Yamuna; está
muy cerca de aquí. Podemos pasar el día allí y regresar por la noche.
Krishna acogió con entusiasmo la sugerencia. Pidieron permiso a Yudhishthira y se
pusieron en marcha hacia las orillas del río donde había un bosque inmenso, llamado
Khandava. Era tan denso el follaje de los árboles y la vegetación, que los rayos del Sol no
penetraban al interior del bosque. Estaba habitado por animales salvajes y era la guarida
de Takshaka, el rey de las serpientes. La apariencia del bosque era aterradora, pero los
dos amigos se sentían atraídos hacia él como por una extraña fascinación.
Acamparon en las orillas del río. El tiempo era fresco y muy agradable, invitándoles a
pasear por la orilla del Yamuna. Krishna tenía un cariño especial por aquel río, pues fue
el paisaje que le vio crecer durante los días de su adolescencia. Recordó la casa de Nanda,
el rey de los rebaños. Pensó en su madre Yasoda que estaba en Gokula y lo mucho que
ella le amaba. Se acordó de Radha y del lugar donde solían reunirse; era en un remanso
cubierto de enredaderas y de jazmines. Krishna suspiró y a continuación le relató a
Arjuna los muchos incidentes que le acontecieron en aquellos días y se preguntaba qué
podía ser lo que estaría haciendo Radha en aquel momento. Recordó afligido el día
en que Akrura vino a Gokula para llevarle a Mathura junto con su hermano Balarama.
Todavía estaba fresco en su memoria el recuerdo de la agonía que sintió al tener que
despedirse de su amada. Habían pasado los años. Ahora tenía a Rukmini y Satyabhama,
a las que amaba. Pero Radha había sido la única mujer que había robado completamente
su corazón. Había ocurrido hacía muchos años; pero el tiempo no había logrado dispersar
la estela del dolor que dejó atrás aquella partida. El amor de Krishna por Radha seguía
tan vivo como siempre. Radha era la estrella del norte alrededor de la cual giraban
los pensamientos de Krishna, igual que el mándala de los siete rishis gira en torno a
Dhruva. El amor que Radha sentía por él era constante como la estrella del norte. Krishna
sabía que nunca se encontraría con ella, sino en el mundo del más allá. Pero eso no
era un futuro cercano. Tenían que suceder muchas cosas en el mundo antes de que