Page 170 - Mahabharata
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                   Tu carro es tan poderoso como el Sol y Agni juntos; tus nobles corceles no tienen
               rival en el mundo entero y tiene un mono como emblema. De ahora en adelante te harás

               famoso bajo el nombre de Kapidhvaja y gracias a tus caballos blancos serás conocido por
               el nombre de Swetavahana. Que triunfes y seas feliz.
                   Maya y Arjuna se abrazaron. Yudhishthira agasajó a Maya con muchos regalos y se
               despidió de él.
                   En un día propicio los pandavas entraron al sabha y distribuyeron pródigamente
               regalos entre los pobres y los brahmanes. Celebraron una gran fiesta y la ciudad parecía
               la ciudad de Indra. La fama del sabha se propagó a lo largo y lo ancho del territorio y
               venía gente de todo el mundo para verlo. Desde las montañas lejanas venían rishis, y
               también vinieron todos los reyes, todos excepto los hijos de Dhritarashtra. Varios de
               los jóvenes príncipes que habían venido se quedaron después para aprender de Arjuna
               el uso del arco. Satyaki era el nombre del más destacado de aquellos estudiantes y su
               otro nombre era Yudydhana; era primo de Krishna. Allí estaba también Chitrasena, el
               viejo amigo de Arjuna, que vino a pasar una temporada con los pandavas, los cuales se
               sentían complacidos por ello.
                   Subhadra era ahora madre de un niño cuyo nombre era Abhimanyu. Draupadi era
               madre de cinco hijos, uno por parte de cada uno de los cinco pandavas. El hijo de
               Yudhishthira era Prativindhya. El hijo de Bhima se llamaba Sutasoma. El hijo de Arjuna

               era Srutakarman. El hijo de Nakula era Satanika y al hijo de Shadeva se le puso de
               nombre Srutasena. Kunti estaba segura de que sus hijos estaban bien establecidos y
               seguros.
                   Eran bastante poderosos y no era probable que alguien les dañara. Recordó los días
               que siguieron al incendio de la casa de cera y los meses que pasaron en Ekachakra donde
               tenían que mendigar la comida. Ya se habían acabado aquellos días oscuros; ya el Sol
               brillaba sobre ellos. Estaban a salvo de los diabólicos pensamientos de Duryodhana y
               Sakuni.
                   Pero esta paz era la calma que precede a la tormenta, y nadie podía saberlo. Apenas
               unos meses después, los pandavas vagarían de nuevo errantes sobre la faz de la tierra.
               Iba a comenzar el tercer acto de la tragedia. Hay acontecimientos e incidentes que
               destacan como hitos históricos en el transcurso de la vida, pero no los reconocemos como
               tales hasta que tiempo después de haberlos pasado miramos atrás. Así fue la entrada de
               Draupadi en las vidas de los pandavas, y así fue también la aparición de Krishna en sus
               vidas. Así iba a serlo igualmente la entrada de Narada.
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