Page 253 - Mahabharata
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3. En el bosque                                                                          233


                   —Yo también estoy ansioso de decirte quién soy. Soy el hijo de Vayu y mi nombre es
               Hanumán.

                   En cuanto estas palabras salieron de sus labios, extendió sus brazos hacia Bhima, el
               cual le abrazó cálidamente. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Una y otra vez Bhima
               decía: « Hermano mío » y lágrimas frescas brotaban de sus ojos. Así pasaron largo
               tiempo hablando entre ellos. Bhima estaba muy emocionado sólo de pensar que había
               encontrado a su hermano.
                   Era un extraño caso de buena fortuna el haberse encontrado con Hanumán, el cual le
               dijo:
                   —Quiero concederte un don como símbolo de apreciación de tu fuerza y en conmem-
               oración de estos maravillosos momentos. A Bhima no se le ocurría nada y le dijo:
                   —Sabiendo que estás con nosotros no hay duda que morirán los kurus.

                   Y Hanumán contestó:
                   —Me sentaré en el asta de la bandera del carro de Arjuna cuando comience la guerra.
               Daré fuerza a tu ejército con mis gritos de aliento y amedrentaré a tus enemigos. Siempre
               estaré contigo, pero ahora continúa tu camino. El camino es difícil y peligroso, debes
               tener mucho cuidado.
                   Los hermanos se abrazaron de nuevo y partieron.

                   Rememorando continuamente la escena del encuentro con su hermano, Bhima siguió
               hacia el norte, siguiendo aún el rastro del perfume que ahora era más fuerte. Siguió
               ansiosamente el olor hasta que de repente llegó a un río. La superficie del río estaba
               cubierta con miles de flores de las que quería Draupadi. El aire estaba cargado con el
               enloquecedor perfume de las flores.
                   Era el jardín de Kubera y había muchos rakshasas protegiendo aquella zona. Bhima
               entró al jardín. Los rakshasas avistaron al intruso y aproximándosele le dijeron:
                   —¿Quién eres para atreverte a entrar en este jardín? Esto pertenece a Kubera y no se
               le permite entrar a nadie. Bhima estaba impaciente y les dijo:
                   —Soy Bhima, el pandava. Mi esposa Draupadi encontró una de estas flores maravil-
               losas y quiere algunas más, así que he venido a recoger algunas para ella.

                   Los rakshasas no le permitieron hacerlo. Le dijeron:
                   — Estas flores pertenecen al rey. No se le permite tocarlas a nadie. Si las quieres,
               puedes ir al rey y pedirle permiso. Bhima contestó:
                   —No, ¿por qué tengo que mendigar? ¿por qué tengo que pedirle permiso al rey? Soy
               un kshatrya y no puedo pedir favores a otros. Estas flores están en la superficie del río,
               el río no pertenece a nadie ni tampoco las flores que crecen en la superficie. Recogeré
               las flores Sangandhika para mi Draupadi. Nadie puede detenerme. —Bhima se dirigió
               hacia las orillas del río.
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