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Los rakshasas le atacaron y Bhima mató a la mayoría con sus manos y con su maza.
Cogió tantas flores como quiso y nadie pudo detenerle. Kubera se enteró de que un ser
humano había entrado en el río como si fuera un elefante salvaje y sonriendo dijo:
—Ese debe de ser Bhima. Dejadle que coja las flores Sangandhika, no luchéis contra
él. Es un amigo.
Los rakshasas volvieron a las orillas del río y le comunicaron a Bhima el mensaje del
rey, y éste se sintió complacido por el cariño con que Kubera le acogía.
En aquel momento, Yudhisthira y Draupadi comenzaban a preocuparse por la prolon-
gada ausencia de Bhima y partieron con Ghatotkacha en la dirección que había seguido
Bhima.
Ghatotkacha viajaba rápidamente y pronto llegaron al jardín de Kubera, donde vieron
a los muchos rakshasas que había matado Bhima.
También le encontraron a él, sentado a la orilla del río con sus brazos llenos de flores.
Yudhisthira corrió hacia él y le abrazó con cariño. Kubera fue hacia ellos y los recibió con
gran honor, pidiéndoles que pasaran algunos días con él.
Y así lo hicieron. Yudhisthira quería seguir hacia el norte y lo estaba comentando con
Bhima cuando se oyó una voz de los cielos que decía:
« No sigáis más adelante, debéis regresar a Badari, y encontraréis a Arjuna muy
pronto. »
Siguiendo esta orden de la voz de las alturas, regresaron a Badari, donde vivieron
felizmente pero con impaciencia, contando los días que tenían que pasar antes de que se
encontraran de nuevo con Arjuna.
Capítulo XV
LA VUELTA DE ARJUNA
EGÚN pasaban los días, crecía su impaciencia. Parecía como si no pudieran pasar
S un día más sin ver a Arjuna. Los alrededores del ashram donde vivían eran muy
agradables, lo que era una suerte para ellos, ya que pasaban la mayoría del tiempo
paseando por los bosques cercanos. Los árboles estaban engalanados con flores de mil
colores y aquel ambiente hizo que Draupadi se sintiera feliz por primera vez durante su
exilio. Pasaba las horas mirando a las flores y a los árboles y su corazón bailaba de gozo.
Viendo su alegría, Bhima le obsequiaba flores exóticas cogidas de lugares a donde ella no
podía llegar. Pero siempre sus corazones pensaban en Arjuna y sólo en Arjuna. Hacía
ya cinco años que no le veían y la espera era insoportable. Cada día y cada noche que
pasaban eran como un año para ellos.
Un día que estaban paseando por el bosque, como de costumbre, vieron una extraña
escena. La cumbre de la montaña estaba iluminada con una extraña luz celestial que les