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Nahusha respondió:
—Yo soy Nahusha.
Yudhisthira se postró inmediatamente ante él. El nombre de su antepasado le era
familiar. Era un habitante de la morada de Indra, su nombre era muy conocido en la
tierra y ahora era una serpiente pitón. Yudhisthira no podía creer lo que escuchaban sus
oídos. Nahusha le contó la maldición de Agastya y su promesa de que Yudhisthira le
liberaría de la maldición, y le dijo:
—Mi única oportunidad de liberación es ahora. Tengo en mi poder la vida de tu
hermano. Si respondes todas mis preguntas sobre ética, yo liberaré a tu Bhima y tú
podrás liberarme de la maldición.
Era una situación extraña. Yudhisthira tenía que responder preguntas de ética, cuando
la vida de su hermano estaba en juego.
—Que así sea —dijo Yudhisthira—. Trataré de contestar todas tus preguntas tan bien
como pueda. —Rogó a su padre, el Dharma, para que diera claridad a su mente y le dijo:
Estoy preparado para contestar tus preguntas.
Nahusha le hizo preguntas muy interesantes. La primera de ellas fue:
— ¿Cuál es la definición de un brahmín?
—Un brahmín —dijo Yudhisthira—, es alguien que tiene estas cualidades: sinceridad,
generosidad, compasión, aversión por la crueldad y capacidad para hacer austeridades.
Esta persona y nadie más es un brahmín.
Después Nahusha le preguntó:
—¿Cuál es el conocimiento supremo? Y Yudhisthira le contestó:
—Brahma; en él no hay miseria ni felicidad: ambas son iguales para el que le conoce.
Por esto, cuando alguien alcanza el conocimiento supremo, nunca es infeliz.
Nahusha le hizo preguntas similares concernientes a la sociedad, a la división de las
cuatro castas y otros puntos importantes de conducta y códigos de vida. Las respuestas
eran agudas y certeras, pero también se podía ver la humildad. La extrema humildad de
aquel hombre en la manera en que daba las respuestas. Yudhisthira nunca dijo: « Esta es
la respuesta a tu pregunta. » Él decía: « En mi opinión, esta parece ser la respuesta más
satisfactoria. » Uno sentía pedirle prestada una hoja al libro de este rey para aprender
a dar opiniones de manera gentil y delicada, sin ofender al oyente. Era un gran arte el
que había dominado Yudhisthira, el arte de la gentileza, el deseo de no herir a nadie, ni
siquiera con sus palabras. Nahusha estaba complacido con aquel gran sabio y le dijo:
—Eres un gran hombre, eres más grande que todos los hombres sabios que me he
encontrado hasta ahora. Me siento feliz de liberar a tu hermano. Después de haberte
conocido ¿cómo podría matar a tu hermano?