Page 75 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            55


                   En cuanto tuvieron noticia de la renuncia de Pandu, la ciudad de Hastinapura quedó
               sumida en la tristeza. Bhishma estaba muy apenado y de los ojos de Ambalika manaban

               lágrimas incesantemente, nadie podía consolarla. Bhishma sintió de nuevo cómo el peso
               de gobernar el reino recaía sobre sus hombros.

                                                       Capítulo XIV
                              NACIMIENTO DE LA DINASTÍA DE LOS PANDAVAS


                    ANDU pasó varios años en el bosque. A su modo era feliz pues había renunciado
               P a todas aquellas cosas que, aunque atractivas para la mente también eran una
               amenaza, pues en muchas ocasiones se convertían en fuente de infelicidad.
                   Sin embargo, con el tiempo, una nueva preocupación entró en su corazón: quería
               tener hijos. Había oído decir que un hombre sin hijos estaba condenado al infierno y esto
               le preocupaba mucho. Un día después de comentarlo con Kunti, le pidió que le diera

               un hijo tomando a un rishi como compañero, tal y como lo hiciera su madre, pues él no
               podía hacerlo dado que había renunciado al mundo. Kunti no sólo no estaba dispuesta a
               hacerlo sino que se enfadó con él y le dijo:
                   —Tú eres mi señor y mi maestro, hace tiempo que te escogí como esposo, y quiero
               estar siempre contigo, ya sea en el cielo o en el infierno. Cuando tú mueras, yo moriré
               también, y después de la muerte esta maldición ya no tendrá más efecto, y así, entonces
               ya podremos tener hijos. Pero por favor, no intentes coaccionarme a hacer algo que no
               soy capaz de hacer.
                   Pandu había perdido toda su paz. Pasaba los días y las noches miserablemente
               pensando sólo en que no tenía hijos. Finalmente Kunti compadeciéndose del rey le dijo:
                   —Mi señor, yo puedo liberarte de la depresión que aflige tu corazón. Y a continuación
               le contó la historia de su encuentro con Durvasa en su tierna juventud y del regalo que él
               le hizo. El gozo del rey era inmenso, y pensando sobre ello finalmente decidieron que
               ella podría engendrar un hijo del dios Dharma que sería la manifestación del mismo
               Dharma.

                   Y en un día propicio, cuando todas las estrellas y los planetas le eran favorables, allí en
               el pintoresco bosque de Satasringa, Kunti invocó al Señor del Dharma mediante el poder
               del mantra mágico. Y de este modo, con el tiempo, Kunti dio a luz un niño nacido de
               Dharma. Una voz proveniente de los cielos proclamó que el niño era la perfecta imagen
               de la rectitud, y que por esa cualidad sería famoso en todo el mundo. Le pusieron por
               nombre Yudhishthira y Pandu se hallaba muy feliz. Un año más tarde pidió a Kunti que
               le diera otro hijo. Esta vez quería que el padre fuese Vayu, el más poderoso de los Devas.
                   —Cuando la rectitud está respaldada por la fuerza, nada puede oponerse a tal combi-
               nación —dijo el rey.
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