Page 79 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            59


                   Las palabras de los rishis no causaron ningún efecto en el corazón de Madri. Sólo
               quería morir junto con su esposo, al cual le había causado la muerte.

                   —Me deseaba —dijo—, pero murió antes de que pudiera satisfacerle. Ahora tengo
               que ir a satisfacerle; debo morir con él. —Deliraba en su profundo dolor. Miró a Kunti
               y le dijo—: Mi querida hermana, tú eres la más sabia y la mayor, nunca podré cuidar
               de los niños tan bien como tú, mis hijos nacidos por tu amabilidad son realmente tuyos.
               Tú eres suficientemente fuerte para ser la madre de los cinco hijos. Tienes a tus primos,
               los Vrishnis que pueden ayudarte. Por favor ayúdame a realizar mi sueño. Yo ya no
               puedo vivir en este mundo sin mi señor. Arderé en la pira funeraria junto con él, pero
               tú debes vivir para bien de estos hijos tuyos. Les verás como gobernantes del mundo
               entero, tendrás tus compensaciones. Te ruego que me concedas este deseo. Kunti accedió
               y a los rishis también les pareció bien. Madri llamó a sus dos hijos y les habló en un tono
               que contenía amor y dolor al mismo tiempo. Les dijo:
                   —Kunti es vuestra madre, yo soy tan sólo vuestra nodriza. Todos sois hijos de Kunti.
               Seréis los cinco Kaunteyas. Yudhishthira será vuestro padre y los cuatro restantes seréis
               sus hijos, complacedle siempre; os dejo en sus manos. Yudhishthira, hijo mío, tú serás el
               señor de la tierra, cuidaré de ti desde lo alto y te bendeciré.
                   Luego Madri se postró a los pies de Kunti, la cual la bendijo con estas palabras:

                   —Te doy permiso para que sigas a nuestro señor, le encontrarás en el cielo y estarás
               con él para siempre, recordaremos siempre tu nombre con amor. Adiós hermana mía,
               puedes irte en paz.
                   Por sus mejillas rodaron lágrimas mientras decía esto. Con una expresión de gozo en
               su rostro, Madri subió a la pira funeraria. Yudhishthira, el primogénito, prendió fuego a
               la pira llorando sin poder contenerse.
                   Cuando ya pasó todo, los residentes de Satasringa se reunieron en conferencia para

               decidir lo que iban a hacer en el futuro y acordaron que lo mejor era emprender camino
               hacia Hastinapura con Kunti y los cinco hijos de Pandu. Allí los príncipes vivirían bajo el
               cuidado de Bhishma y el rey Dhritarashtra. Ahora que Pandu había muerto, aquella era
               con todo derecho la casa de los príncipes. Con una melancólica mirada, Kunti se despidió
               del bosque de Satasringa en donde había pasado muchos años felices en compañía de
               Pandu y Madri. Pero ahora ya todo había pasado. Un nuevo capítulo comenzaba en su
               vida y nadie podía saber qué destino le esperaba en Hastinapura. Los rishis, junto con
               Kunti y los cinco hijos de Pandu emprendieron camino hacia aquella hermosa ciudad.
                   Había comenzado el viaje hacia lo desconocido.
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