Page 78 - Mahabharata
P. 78
58 Mahabharata
Capítulo XV
LA MUERTE DE PANDU
ANDU pasó con sus hijos quince años muy felices. Un día Kunti se fue con sus hijos
P a un ashram de las cercanías y Pandu se quedó solo. Era un día muy hermoso
de primavera. Todos los árboles estaban engalanados con preciosas flores y el aire
estaba impregnado de sus diferentes perfumes. El jardín de Sarasringa era ese día un
escenario muy sugestivo para hacer el amor. En aquel lugar decorado con el mágico
toque de Vasanta, el señor de la primavera y amigo cooperativo del dios del amor,
el rey se encontró con Madri, estaba muy bella. Allí estaba ella con su piel oscura
envuelta en sedas de color carmesí, inevitablemente seductora por su natural encanto.
Pandu se sintió poseído por un deseo pasional de hacer el amor con ella, dieciocho años
habían pasado sin que hubiera probado el gozo de abrazar a una mujer y Madri estaba
encantadoramente hermosa. Su deseo era demasiado fuerte, tanto que se olvidó de la
maldición. Madri intentó resistirse desesperadamente al impulso pasional de Pandu,
pero poco a poco fue perdiendo las fuerzas, asustada como un cervatillo. Pandu era
demasiado poderoso: la cogió entre sus brazos sin hacer caso de sus advertencias y
recriminaciones, y la penetró. Y en ese instante cayó al suelo muerto.
El grito de Madri llegó a los oídos de Kunti. Ésta con sus cinco hijos llegó corriendo
al lugar. Madri le dijo:
—Ha sucedido algo terrible; deja a los niños ahí y ven sola. Kunti contempló a su
esposo yaciendo muerto y sin recapacitar un instante descargó toda su ira sobre la pobre
Madri, diciéndole:
—¿Cómo has podido permitir esto conociendo la maldición? Madri le contó todo lo
que había sucedido y entonces Kunti comprendió que el destino era demasiado poderoso.
Todos los rishis del valle de Satasringa se habían reunido alrededor de la escena
contemplándola con lástima en sus corazones y ojos tristes. Yudhishthira y sus hermanos
permanecieron aparte, mudos y sobrecogidos por la calamidad que les había sobrevenido
y con lágrimas en sus ojos el mayor dijo a sus hermanos:
—Ahora somos huérfanos.
Los juegos del destino son en verdad terribles. Los demás hermanos estaban alrededor
suyo llorando de dolor. Los rishis se llevaron a los niños aparte y trataron de consolarlos.
Tanto Kunti como Madri querían morir junto con su esposo en la pira funeraria pero los
rishis les dijeron:
—Las dos sois madres y vuestro deber es quedaros con vuestros hijos para cuidar-
los. No es correcto que los abandonéis ahora dejándolos huérfanos por completo. Os
llevaremos a la ciudad de Hastinapura junto al rey Dhritarashtra. Es vuestro deber como
madres cuidar de vuestros hijos; un día van a ser gobernantes del mundo.