Page 80 - Mahabharata
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                                                       Capítulo XVI
                                              EL VATICINIO DE VYASA


                    OS cinco príncipes pandavas junto con su madre, escoltados por los rishis de Satas-
               L ringa, llegaron a Hastinapura. La gente se sorprendía mucho al verlos. La noticia
               llegó a oídos de Bhishma y Dhritarashtra, los cuales se acercaron a las puertas de la
               ciudad para recibirlos.
                   Hacia allí se dirigieron Dhritarashtra, Bhishma, Bahlika, el hermano de Santanu, su
               hijo Somadatta, el sabio Vidura, Satyavati, Ambalika, Ambika, Gandhari, y otros famil-
               iares, acompañados de un enorme séquito. Y en las puertas de la ciudad se encontraron
               con Kunti y los cinco príncipes pandavas acompañados por los rishis, a quienes honraron
               con reverencias. Los rishis contaron la historia del nacimiento de los pandavas a todo el
               cortejo de los kurus que había venido a recibirles. También les contaron su educación
               en el bosque hasta la reciente muerte de su padre Pandu junto con Madri. Después
               añadieron:

                   —Os hemos traído a estos jóvenes que son la esperanza de la casa de los kurus y
               junto a ellos su madre. Depende de vosotros, Bhishma y Dhritarashtra, el cuidar de estos
               niños que se han quedado sin padre. —Y después de decir esto los rishis se fueron.
                   Bhishma se quedó apenado y mudo en cuanto supo que ya no podría ver de nuevo a
               su joven sobrino Pandu, mientras que Dhritarashtra estaba triste por la pérdida de su
               hermano y compañero. Recordando con nostalgia aquellos días de su niñez en los que
               Pandu le hacía olvidar su ceguera con su cariño y amor, le brotaron lágrimas de sus ojos.
               Ambalika, la madre de Pandu, lloraba inconsolable por la pérdida de su hijo.

                   Luego todos regresaron al palacio. Dhritarashtra le encargó a Vidura que hiciera
               los preparativos para el funeral real por la muerte de Pandu. Vyasa vino a presidir la
               ceremonia.
                   Cuando hubo acabado todo, Vyasa se acercó a su madre Satyavati y le dijo:

                   —Madre, los días felices se han acabado. A la casa de los kurus le esperan días
               espantosos y terribles. Día a día se irán acumulando pecados. El mundo ya ha pasado la
               época de su juventud. Dentro de unos pocos años, el pecado morará en la mente de tu
               querido nieto Dhritarashtra y en la de sus hijos. Habrá una gran aniquilación. Madre,
               tú no tienes suficiente fuerza como para soportar el espectáculo de ver a tus biznietos
               destruirse unos a otros; ¡sí! destruyéndose en una gran guerra. ¿Por qué permanecer
               aquí?; retírate al bosque y abandona este mundo.
                   —Que así sea —dijo Satyavati. Le contó su decisión a Ambika y a Ambalika y les
               preguntó si querían venirse con ella. La verdad era que el destino había sido duro con
               estas tres mujeres. Ya no tenían ningún deseo de permanecer por más tiempo en aquella
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