Page 81 - Mahabharata
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1. El comienzo                                                                            61


               horrenda ciudad que les había deparado tanto sufrimiento. Por ello le estaban muy
               agradecidas a Vyasa por hacerles saber la terrible profecía que pesaba sobre la dinastía

               de los kurus. Habían perdido ya todo interés por los acontecimientos del mundo, por lo
               cual las tres mujeres acordaron marcharse al bosque, en busca de una paz que pudiera
               hacerles olvidar las amarguras del pasado y cicatrizar las heridas de sus corazones.
                   Antes de partir para el bosque las tres reinas se despidieron de todos los miembros de
               la casa real. A Bhishma no le alegró la noticia y dirigiéndose a su madrastra le preguntó
               porqué le abandonaba. Satyavati le respondió:
                   —Hijo mío, Vyasa me ha dicho que la casa de los kurus va hacia la aniquilación, y yo
               que me creía fuerte, ahora sé que no lo soy, por eso no quiero quedarme para contemplar
               la destrucción de mi familia. Me aislaré en el bosque, estoy decidida.

                   —¿Aniquilación? —dijo Bhishma—. Cuéntame más acerca de esta profecía de Vyasa.
                   Satyavati le contó todo. La cara de Bhishma palideció de horror y dijo:

                   —Yo también tengo el deseo de abandonarlo todo. Mi padre me otorgó un don por el
               cual podría morirme cuando quisiese y ya no hay nada por lo que quiera seguir viviendo.
               Llamaré a la muerte y me iré de vuelta a los brazos de mi madre.
                   —No, no lo harás —dijo Satyavati—, depende de ti que la casa de los kurus se
               establezca firmemente en este mundo. No debes pensar en retirarte de este mundo antes
               de que hayas cumplido con esa tarea. Una vez te pedí que hicieses algo y te negaste, esta
               vez no puedes hacerlo. Te ordeno que cuides a estos niños.
                   Bhishma inclinó la cabeza asintiendo en silencio.

                   Luego, Satyavati junto con las otras dos mujeres partió hacia el bosque dejando
               nuevamente sobre Bhishma el peso de velar por el trono de la Casa de los Kurus.

                                                       Capítulo XVII
                                        LOS PRIMEROS BROTES DE CELOS



                    OR primera vez en sus vidas los príncipes pandavas vivieron con todo el lujo al
               P que tenían derecho desde su nacimiento. Tanto los pandavas como los hijos de
               Dhritarashtra eran jóvenes y llenaban los jardines del palacio con el bullicio que creaban
               sus voces y risas mientras jugaban, lo cual alegraba la vida de Dhritarashtra, el rey ciego.
                   Fue entonces cuando la maldad empezó a surgir en el corazón de Duryodhana. Bhima
               era como un potro salvaje, era el más fuerte de todos y le gustaba gastarles bromas a los
               demás muchachos. En todos los juegos de fuerza siempre ganaba él. Cuando los hijos de
               Dhritarashtra estaban subidos a un árbol le encantaba sacudirlo por el tronco haciéndoles
               caer como frutas maduras, pero ellos se resentían por ello. La energía burbujeaba en el
               cuerpo de Bhima, superdotado de fuerza por su padre desde su nacimiento.
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