Page 86 - Mahabharata
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                   —Mi señor, quiero esa riqueza que tú tienes dentro tuyo, eres el maestro supremo en
               el uso del arco: quiero ser tu discípulo y aprender de ti.

                   —Eso es fácil —dijo Bhargava—, te aceptaré como mi discípulo. Cuando ya era un
               maestro y había alcanzado el poder sobre todos los astras, Drona regresó junto a su
               familia. Su hijo era entonces muy pequeño y estaban en la pobreza total. En una ocasión
               el niño se acercó a su madre y le dijo: —Madre, todos mis amigos me hablan de algo que
               se llama leche, yo quiero de eso, dicen que es muy bueno.
                   La pobre mujer no sabía qué hacer, pues no tenía medios para satisfacer el deseo de
               su hijo. En cuanto se lo dijo a Drona éste se puso muy triste. Pero fue entonces cuando se
               acordó de la amistad que le unía a Drupada, el príncipe Panchala, y le contó a Kripi la
               promesa que aquél le había hecho.
                   —Vayamos a la corte de los Panchalas —dijo Drona—, Drupada es ahora el rey; seguro
               que nos sacará de la miseria librándonos de nuestra pobreza. —Y los tres emprendieron
               camino rumbo al país de Panchala.
                   Drona fue a la corte de Drupada y solicitó una audiencia con él. Cuando por fin fue
               recibido le dijo:
                   —Yo soy Drona, tu compañero de infancia. Supe que habías sido nombrado rey
               y por eso he venido. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste cuando vivíamos juntos en
               aquella ermita?. Dijiste que nuestra amistad duraría para siempre y me prometiste que
               compartirías tu reino conmigo cuando fueras rey. Yo no quiero tus tierras ni tus riquezas,
               sólo he venido a ti como un amigo para estar contigo. Permanezcamos juntos para
               siempre.

                   Drupada había cambiado mucho. Ya no era la misma persona que hacía años había
               hablado tan dulcemente con Drona. Sus riquezas y el hecho de ser rey, le habían conver-
               tido en una persona orgullosa. Ebrio de poder se rió de Drona y le dijo:
                   —Me hace reír oírte hablar así; un pobre brahmín de quien fui amigo en mis tiempos
               de estudiante reclamándome ahora su amistad. ¿Acaso no sabes que la amistad sólo es
               posible entre dos iguales? Sólo dos pobres pueden ser amigos, e igualmente sólo dos
               ricos pueden ser amigos. Esta extraña amistad a la que te refieres no puede existir, es
               sólo un sueño. Por favor vete de aquí y no vuelvas a molestarme con tus cuentos de una
               fantasiosa promesa hecha hace ya mucho tiempo.
                   Drona, tras aquel insulto permaneció en silencio por unos momentos, y luego se
               dio media vuelta y se fue enfurecido sin decir una sola palabra. En esos momentos de
               silencio, Drona había decidido que en el futuro habría de vengarse de ese rey arrogante
               cuyo orgullo le había cegado hasta el punto de olvidarse de su promesa, insultándole en
               cambio.
                   Así pues, como venganza, Drona decidió entrenar a un joven kshatrya en el uso del
               arco, para ser el instrumento mediante el cual él vería realizado su sueño.
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