Page 158 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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El rito imciático,  el voto y  la toma de hábito  147
        toma (1). Massignon (2) ha estudiado al pormenor el rito de la trans-
        misión del hábito, como símbolo de la iniciación, en el cual cree ver
       él un reflejo imitativo de las ceremonias que acompañaban al ingreso
       en los gremios o corporaciones de oficiales o artesanos. No es despre-
       ciable, sin embargo,  el neto precedente del monacato cristiano: nadie
       ignora que el hábito de un monje santo era tenido entre los eremitas y
       cenobitas como vehículo de bendición y transmitíase por eso a uno de
       sus discípulos predilectos (3), exactamente igual que siglos más tarde
       se hacía en el islam. Abenarabi mismo, antes de salir de España para
       oriente, vistió  el hábito religioso, de manos de un  tal Abulcásem Ab-
       derrahman b. Alí, que no consta fuese maestro suyo, pero que debía
       poseer dotes esotéricas singulares, pues parece que el hábito habíalo
       recibido directamente de! Jádir, ese personaje mítico, superior en per-
       fección espiritual a los profetas, con quien Abenarabi también, como
       otros sufics, tuvo constantes y estrechas relaciones místicas. Fué en
                                               ; pero en
       Sevilla donde recibió esa primera investidura del hábito (4)
       España en aquella fecha, él mismo confiesa que la ceremonia no tenía
       el carácter  ritual de iniciación solemne que tenía ya en oriente; era
       tan sólo un símbolo de confraternidad o hermandad entre los sufíes
       españoles, sin que implicase ingreso en una orden o congregación de-
       terminada. Dábaseie, sin embargo, el valor de un rito cuasi sacramen-
       tal, cuyos efectos automáticamente se realizaban ex opere operato.
       pues bastaba que  el maestro se despojase del hábito que vestía y lo
       impusiese al discípulo, dándole un abrazo, para que éste quedase re-
       vestido místicamente del estado espiritual que el maestro poseía y al
       discípulo faltaba. Así se comprende que la ceremonia pudiera y aun
       conviniera ser reiterada varias veces en  la vida, como  le ocurrió a
       Abenarabi, y como él recomienda se haga con los novicios. También
       se explica ahora por qué Abenarabi, en  la fugaz alusión que  a  la
       investidura hace en aquel pasaje del Amr antes citado, prohiba al no-

         (1)  Amr, 92.
         (2)  Haltáj, 49, 83, 409.
         (3)  Besse, 261.
         (4)  Cfr. supra, parte primera,  III.
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