Page 160 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 160

La celda  y  la clausura    149
          Ahora bien, todo  ello, costumbres y recomendaciones, tiene tam-
       bién origen cristiano: los escritores del monacato oriental recomenda-
       ban vestir hábitos usados y viejos. Macario, monje de Scetea, llevaba
       una túnica tan llena de remiendos, que no se podía ya reconocer su
       forma primitiva. El abad Isaac dice que los eremitas llevaban  el ha-
       bito cubierto de piezas. De San Pacomio, cuya biografía se conserva
       en redacción árabe, consta que vestía un hábito hecho ex professo de
       retazos. Los monjes del desierto de las Celdas gastaban unos hábitos
       cortos, usados y remendados. La prohibición, finalmente, de lavarlos
       era general también. Y para que el paralelismo sea más estricto, San
       Basilio proscribe, como Abenarabi, todo prurito de uniformidad,  re-
       comendando que  el hábito se acomode a las necesidades del clima,
       estación y temperamento, sin traspasar este límite: cubrir la desnudez
       y defenderse de los rigores de la intemperie (1).
          Todas las reglas que Abenarabi da para la organización del no-
       viciado atañen, como es obvio, a la vida cenobítica y hay que locali-
       zarlas en oriente, más que en España, donde, como hemos dicho repe-
       tidas veces, la libre iniciativa de cada maestro dictaba a su discípulo
       las normas peculiares que debía seguir.
          Admitidos ya los novicios en el seno de la comunidad después de
       su profesión, quedaban sometidos a la autoridad omnímoda del maes-
       tro, cuya obediencia, según veremos, era deber primordial e inexcusa-
       ble. A cada novicio se le asignaba su celda, de la cual no podía salir
       sin permiso del maestro en cada caso, salvo para los actos de comu-
       nidad estatuidos por la regla. No existía clausura propiamente dicha,
       es decir, prohibición, por la regla, de salir a la calle; pero en cambio
       las puertas del cenobio estaban cerradas para los seglares y singu-
       larmente para jóvenes y mujeres. La comunicación entre  sí estábales

         (1)  Besse, 254-266. El uso de la lana fué considerado por los musulmanes,
       desde  el siglo segundo de la hégira, como imitación del traje monástico cris-
       tiano, según se infiere del siguiente texto inserto por Abenabderrábihi en su
       Icd alfarid  (III, 269): "Hamad b. Selma (+ 167 hégira) encontró en Basora a
       Fárcad  el Sanchí, que llevaba un traje de lana, y le dijo: "¡Quítate ese cristia-
       nismo!"
   155   156   157   158   159   160   161   162   163   164   165