Page 171 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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160 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
y San Juan Clímaco lo denominaba xeniteía, que es decir, "viaje al
extranjero". Todos los ascéticos musulmanes coinciden asimismo en
calificarlo de viaje (safara). Desde otro punto de vista, es también
una lucha o combate del alma contra los vicios, para vencerlos y ad-
quirir las virtudes opuestas. Los ascéticos del monacato cristiano lo
llamaban, por eso, agonisma (1), como los musulmanes nwcháhada,
que es su calco perfecto.
De cinco cosas pende, según Abenarabi (2) el éxito de este viaje
y de esta lucha; a saber: 1.°, del físico temperamento, o sea, de la
complexión natural del sujeto, más o menos apta para soportar las
dificultades que la lucha implica; 2.°, del propósito, más o menos firme
y decidido; 3.°, de la intención, más o menos recta y sincera; 4.°, de
la espiritualidad, más o menos intensa; 5.°, de la dirección, en fin,
mejor o peor orientada, que el maestro le imprima. Huelga ponderar
el alcance y tino certero de esta doctrina. Obvio es, en efecto, que las
cualidades psicofisiológicas del sujeto influyen en pro y en contra, se-
gún ellas sean, para el éxito o para el fracaso, si no total, parcial por
lo menos, en el logro de toda obra humana; ni es menos palmario que
el sujeto más apto físicamente para la marcha o el combate ascético,
se quedará atrás o será vencido, si le falta firmeza en el propósito,
sinceridad en la intención y orientación recta por parte del director.
En cuanto a lo que Abenarabi llama espiritualidad ("ruhanía"), es
evidente, por exclusión, que se ha de identificar con lo que los místicos
cristianos llaman "vida interior", es decir, la aptitud del alma para
la virtud, fruto de la gracia; y por lo que a la pureza o rectitud de
intención atañe, debe ser tan sincera, que esté exenta de todo otro fin
que no sea el de agradar a Dios.
Una doble advertencia añade todavía Abenerabi, pertinente a la
intención y al propósito: la primera es que el novicio entre con la con-
vicción de que el camino que va a recorrer es el camino de las tribula-
ciones, pues sólo mediante ellas, soportadas con paciencia amarga,
con resignación y hasta con alegría, es como se logran las más altas
(1) Cfr. Pourrat, I, 165-6.
(2) Anwar, 11-12. Cfr. Tohja, 4; Mawaqui, 52, 190; Amr, 83.