Page 175 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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164       Parte  II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
        perfección a que Abenarabi aspiraba (1). Los solos nombres con que
        designa esas virtudes monásticas son una demostración convincente
        de su espíritu cristiano. Elijamos algunas de las más típicas entre el
        rico caudal de ambos catálogos (2).
          Aunque en ellos aparentemente falte la virtud de la pureza o cas-
        tidad, una de las más características de la ascética cristiana, va in-
        cluida de manera implícita en multitud de alusiones fugaces de los
        textos. Recuérdese cómo  la regla monástica de Abenarabi prohibía
        el acceso a la clausura de los cenobios a las mujeres y a los jóvenes,
        siguiendo en esto las prácticas del monacato cristiano. Por otra parte,
        la modestia en la vista, celosamente recomendada, es un síntoma evi-
        dente de la preocupación que inspiraba a los ascéticos musulmanes la
        guarda de los sentidos para evitar las tentaciones de lujuria. Dígase lo
        mismo de las prohibiciones reiteradas en materia de gula, que para
        Abenarabi es la fuente principal de ese vicio:  el religioso debe comer
       sólo lo necesario, absteniéndose de alimentos delicados y suculentos,
        refrenando el deleite sensual y prefiriendo los vegetales a las carnes.
        Es cierto, sin embargo, que la virginidad no aparece exigida; pero esto
       obedece a que la regla servía también para los seglares, que diríamos
       terciarios, a los cuales se les permitía la vida conyugal (3)
          La abstinencia (zohd) es el primer grado de virtud ascética, que
       viene tras la penitencia. Su esencial contenido es el abandono volun-
       tario de  las cosas todas mundanas.  Sigue  en orden  la desnudez
       (tachrid ), cuyo valor técnico coincide exactamente con la virtud que
       San Juan de la Cruz llamará también siglos más tarde desnudez de
       espíritu, es decir, una ruptura de los lazos todos mundanos, un va-
         (1)  Cfr. Amr,  art.  4.", y Tadbirat, IX.
            El catálogo de las virtudes monásticas es muy numeroso, como arriba
         (2)
       insinuamos, y difícil de formar completo, porque Abenarabi no las enumera de
       propósito y hay que entresacarlas de todos sus opúsculos. Sin pretensión de
       agotar  la enumeración, he aquí las principales omitidas en  el texto: manse-
       dumbre, paciencia en  la tribulación, gratitud a los  beneficios  divinos,  espe-
       ranza, modestia en  el mirar, compostura en  el andar, vergüenza y temor de
       Dios, celo por su gloria, generosidad y desinterés, desprendimiento y austeridad,
       escrupulosidad de conciencia, alegre conformidad y resignación,  etc.
         (3)  Cfr. supra,  III y IV; Mawaqui, 104; Armar,  16.
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