Page 178 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Las obras de misericordia, corporales y espirituales 167
bestias, porque aunque carezcan de razón son tan criaturas de Dios
como los hombres; pero éstos, además, habrán de recibir del religioso
la limosna espiritual, cuyos efectos son variadísimos: ante todo se
habrá de manifestar en el celo vigilante de la corrección fraterna, pro-
curando con todo empeño evitar los pecados del prójimo con el con-
sejo, la admonición y hasta la denuncia del pecador; pero todo ello
debe ir inspirado en la más discreta e indulgente benevolencia con las
personas, para evitar la tentación de orgullo espiritual en el corrector,
el cual, caritativo y humilde, debe siempre pensar bien de su próji-
mo en general y hasta del pecador en el mismo acto de pecar, puesto
que ignora si es o no acepto a los ojos de Dios; el humilde reconoci-
miento de su propia imperfección debe además hacerle creer que to-
dos sus prójimos le superan en mérito; por eso le conviene guardar
silencio y aun disimular las imperfecciones ajenas, poniendo en cambio
de relieve lo que de bueno advierta en sus hermanos. Misión caritativa
del religioso es también la de poner paz entre los hombres, reconci-
liándolos como hermanos; sufrir con paciencia por Dios las ofensas,
injurias y asperezas de trato de sus prójimos; rogar por todos sin ex-
cepción, y finalmente hacer voto de sacrificarse por su salvación.
Inútil insistir en el sello cristiano de esta doctrina sobre la cari-
dad: en su tono general y hasta en ciertas notas típicas es un eco fiel
de los consejos evangélicos y de las prácticas del monacato cristiano
oriental: todas esas obras de misericordia espirituales y corporales
eran, en efecto, practicadas ya desde antes del islam por los cenobitas,
con igual espíritu de caridad universal: la enseñanza religiosa y la
predicación moral; el consuelo al triste y afligido; la visita y asistencia
a los enfermos y encarcelados; dar de comer al pobre, curar al do-
liente, guiar al ciego, llevar a cuestas al paralítico, etc. Algunos mon-
jes hasta llegaron también en este punto a extremos semejantes de
efusión caritativa para con los animales más feroces: Teonas salía to-
das las noches de su retiro para dar de beber a las fieras del de-
sierto (1).
(1) Besse, 448-453; 527-533.