Page 180 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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El plan de vida y el examen de conciencia 169
men de conciencia; el ejercicio de la presencia de Dios; la oración en
sus varias formas de vocal y mental, lectura meditada, jaculatorias,
contemplación, etc.; la elección de director espiritual y la mortifica-
ción corporal. Estos dos últimos medios ya han sido estudiados en pá-
rrafos anteriores (1).
El primero de todos, o sea, el plan de vida, coincide con la regla
monástica, si se trata de los cenobitas; para los simples fieles que
viven en el mundo consagrados a la vida devota, Abenarabi ofrece
en su Cunh un esbozo de distribución de las horas del día, ocupa-
das todas entre las obligaciones de precepto y los ejercicios de pie-
dad supererogatorios que deben llenar los ratos libres: lectura es-
piritual, examen, meditación, etc. (2). A este respecto, conviene re-
cordar que alguno de los maestros de Abenarabi, como Ben Casum, de
Sevilla, se imponía voluntariamente una distribución minuciosa del
tiempo con prácticas devotas para cada hora (3). Quiere esto decir
que el plan de vida, como medio de perfección, fué norma seguida por
los ascéticos musulmanes, como por los cristianos, así dentro como
fuera de los cenobios (4). Los restantes medios merecen mas detenido
estudio. Y primero, el examen de conciencia.
La utilidad y eficacia de este ejercicio para la corrección de los vi-
cios y la enmienda de los defectos espirituales es palmaria. Esencial-
mente se reduce a la triple operación de prever los peligros u ocasio-
nes de pecar, proveer los medios y recursos de evitarlos, y rever final-
(1) Cfr. supra, NI, IV y V.
(2) Cfr. Cunh, 43 y siguientes.
(3) Cfr. Risalat al-cods, § 7.
(4) No desciende Abenarabi, acerca de esta práctica, a los pormenores
que Algazel, el cual en su lhía (I, 228-242) dedica un tratado especial (tartib
al-awrad) al plan de vida, así general para todo fiel, como particular para
cada profesión (devoto, maestro, discípulo, artesano o jornalero y religioso
contemplativo). El plan general otorga ocho horas al sueño entre el día y la
noche e impone la obligación de dedicar en la primera parte de la mañana
cierto tiempo a la meditación y a la preparación del examen de conciencia noc-
turno.